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Juan San Martín

De una fábrica metalúrgica al mundo de las letras

Juan San Martín, nacido en Éibar hace 66 años, escritor y académico de la lengua vasca, es desde ayer el primer Ararteko (literalmente, mediador), figura equivalente en Euskadi a la del Defensor del Pueblo. La búsqueda de una personalidad capaz de suscitar consenso entre las diversas corrientes políticas ha durado más de tres años. El punto de llegada es un hombre menudo y de apariencia frágil, pero con energía y vitalidad suficientes para haber transformado su vida de manera autodidacta, para llegar desde una fábrica metalúrgica hasta el mundo de las letras.

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'Ararteko'.

De ideología socialista aunque sin partido, San Martín es un hombre de diálogo, convencido de que siempre resulta posible aprender más de quien piensa de manera diferente. Los 10 años de vida política democrática le han decepcionado porque esperaba mayor entendimiento entre sus amigos nacionalistas y socialistas. "Nos falta por aprender", lamenta, "que un rival no es un enemigo".Comenzó su producción literaria recopilando cuentos de la tradición oral. En sus recorridos por los montes vascos, San Martín convivía con los pastores y escuchaba los relatos transmitidos de generación en generación. Pero antes había tenido que aprender a escribir en su lengua materna. En Burgos, con 21 años, descubrió durante el servicio militar que en euskera era analfabeto.

"Quise mandar una carta a mi madre", recuerda, "y en castellano no me salía. No podía dirigirme a ella en otra lengua que en euskera. Pero no sabía escribir más que en castellano. Y redacté la carta en lengua vasca pero con ortografía castellana". En Burgos y Madrid conoció lo que aún recuerda como el rostro de la injusticia. Los mandos militares ridiculizaban a los reclutas vascohablantes que ignoraban el castellano.

Provisto de una gramática, inició por su cuenta el aprendizaje académico del idioma mientras leía a Unamuno, Sartre y Camus. Comenzó a colaborar en periódicos y tradujo la lengua que no sabía escribir a los 21 años a Bertolt Bretch y Salvador Espriu.

Tras el fallecimiento en 1987 de KoIdo Mitxelena, San Martín quedó como director en solitario de la revista literaria Egan. Para entonces había ingresado en Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca. Durante 11 años ocupó la secretaría de la institución, para pasar luego a una vicepresidencia.

Desde la nueva función, para la que ha sido designado por el Parlamento de Vitoria, San Martín se propone evitar la política en la medida de lo posible y proteger a los ciudadanos. "Soy partidario", advierte con sonrisa malévola, "de poner a disposición de cada funcionario un ejemplar de El proceso, de Kafka. Yo trataré de eludir la política y me dedicaré a corregir errores y abusos de esa parte de la máquina administrativa o económica que no siempre funciona". También se propone contribuir a la consolidación de la autonomía. "La vasquidad se pierde si no actuamos urgentemente. El castellano es mi lengua de interrelación, me ayuda a abrirme horizontes, pero mi mundo interior encuentra más recursos en el euskera. No podemos permitir que esa parte de nuestra cultura desaparezca".

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