Alberto Crespo, periodista incorruptible
Alberto Crespo Villoldo falleció ayer en Murcia a los 73 años. Con él murió sólo un periodista, pero un periodista íntegro, incorruptible, incapaz de hacer de su oficio medro ni de su trabajo trampolín. Maestro, en cambio, en la tarea de reflejar con rigor y sentido del humor la realidad circundante. En los primeros años de la posguerra fue director del diario Libertad, de Valladolid, ciudad en la que cristalizó su amistad con Dionisio Ridruejo, con quien coincidió en ideas de progreso a contracorriente.Fue corresponsal de la Prensa del Movimiento, primero en Roma, hacia finales de los años cuarenta, y más tarde, durante unos 20 años, en la República Federal de Alemania. El contraste entre la sociedad democrática alemana, en la que Crespo se encontraba como pez en el agua, y la cadena española de periódicos azul mahón produjo algunas cicatrices al periodista. Cuando se produjo el denominado contubernio de Múnich, Alberto Crespo tuvo el atrevimiento de relatar lo ocurrido, por lo que fue reconvenido desde Madrid, sin éxito, por cierto.
En los años setenta, de nuevo en España, continuó siendo consecuente con sus ideas y sorprendió con frecuencia a los nuevos jerarcas del Movimiento. Así ocurrió cuando respaldó con su firma una candidatura democrática para las elecciones a la Asociación de la Prensa. Tras la liquidación de la Prensa del Movimiento trabajó, hasta su jubilación, en la oficina del portavoz del Gobierno, en donde no ocupó ningún cargo de relevancia. La llegada de la democracia, por la que había luchado, tampoco significó para él ningún beneficio personal. Descanse en paz.
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