El honor de Amilibia
Leo con algún retraso el artículo de Rosa Montero titulado Honor y publicado en la última página de EL PAÍS el 21 de enero. Rosa Montero miente. Yo no he dicho nunca en ninguna parte que maté por honor. Ni lo he dicho ni lo diré, porque no es así. He repetido hasta la saciedad que disparé contra un hombre que, después de golpear brutalmente a mi mujer, la apretaba del cuello con las manos. Y disparé, no con inten-Pasa a la página siguiente
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ción de matar; lo hice para que la agresión acabara. He dicho, eso sí, que no comprendo que se pueda contemplar una agresión así y permanecer impávido. Pero en ningún momento he citado la palabra honor para tratar de justificar el disparo que hice contra el que en aquellos momentos (así consta en el sumario que se instruye, así lo han declarado los testigos) era el agresor.
Rosa Montero miente y crea alrededor de su mentira toda una serie de argumentaciones para tejer su artículo. No entro ni salgo en sus divagaciones sobre el honor, pero colijo de la lectura que la autora no lo posee ni sabe muy bien lo que es. Allá ella con sus dudas metafísicas. Pero lo imperdonable es que no tenga rigor. Lo imperdonable es que para sacar folio y medio adelante un día de escasa inspiración trate de destrozar desde la falsedad a un hombre que pasa ahora en prisión los momentos más amargos de su vida pagando un error aún no dictaminado ni calificado por la justicia, pero que desde luego no es el de disparar sobre un hombre por un donjuanesco, deplorable o equivocado sentido del honor.
Cuando Rosa Montero escribe artículos susurrados al oído por Cristina Almeida (abogada que ejerce la acusación privada en mi caso) le sale bajo el maquillaje progresista su clarísima vocación de fiscal fascista.-
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