Los hombres de Solchaga
Los criterios políticos se imponen a los gerenciales en los últimos cambios en la empresa pública
La serie de cambios en empresas públicas producida tras la salida de Pilar Miró como responsable de RTVE ha afectado a dos sociedades inmersas en un proceso de adaptación a la ruptura de sus monopolios y condenadas a una política de continuidad. Tras la designación de Cándido Velázquez como presidente de Telefónica, difícil de justificar por razones de management, todo parece indicar que el ministro de Economía, Carlos Solchaga, saldrá fortalecido en la pugna abierta entre distintos departamentos de la Administración y sectores del partido socialista para colocar a sus hombres.
El relevo de Pilar Miró como directora general del Ente Público Radio Televisión Española (RTVE), retrasado durante meses a instancias del Gobierno tras el affaire planteado por la utilización de fondos públicos para gastos personales por parte de Miró, ha abierto una cascada de cambios en empresas controladas por capital público.Luis Solana, sometido a un importante desgaste en su imagen personal por la degradación en los índices de calidad del servicio, había hecho saber ya a distintos responsables de la Administración su deseo de abandonar la dirección de Telefónica, tras seis años de gestión. La Compañía Telefónica, sometida a una política de saneamiento y recorte de gastos que ha terminado por repercutir en los índices de calidad del servicio, ha desmantelado a lo largo de estos años buena parte de su grupo industrial y deberá llevar adelante unas inversiones de 560.000 millones de pesetas durante 1989 para intentar mejorar la calidad del servicio, que deberán mantenerse en los próximos años
"Una vez que el programa inversor se haya cubierto, quedará probablemente muy poco bueno en la sociedad para los inversores", señalaba un analista de James Capel & Co, un broker londinense, comentando la herencia de Solana al Wall Street Journal.
Una vez instalado Luis Solana en su nueva responsabilidad, la vacante en la presidencia de Telefónica ha abierto un proceso de cambios en la cúpula de la empresa pública cuyos criterios "son difíciles de entender desde un punto de vista gerencial", según un directivo de una de las grandes compañías afectadas.
Cándido Velázquez-Gaztelu, uno de los más conocidos miembros del empresariado socialista próximo a Solchaga, pasa de la presidencia de Tabacalera a la de Telefónica, dejando abierto el proceso de adaptación de Taba calera a la ruptura de su mo nopolio ti-adicional. "En principio, éste no era un momento adecuado para el cambio, que podría haberse producido de un modo más natural más adelante", señalaba en este sentido un directivo de la compañía, abundando en la "tristeza" producida en Velázquez-Gaztelu, con 17 años de servicio en Tabacalera, por su promoción a Telefónica.
El peso político
Lejos de las interpretaciones gerenciales y, pese al carácter de sociedades ainónimas de los dos gigantes controlados por la Dirección General del Patrimonio del Estado (tanto Telefónica como Tabacalera tienen un gran número de accionistas privados), el indudable peso político de ambos cargos ha sido determinante. La designación del presidente de Telefónica, producida a instancias del Ministerio de Economía se produjo en competencia con candidatos planteados por otros departamentos entre los que destacan los propuestos por José Barrionuevo, ministro de Transportes, el departamento que tutela los servicios de la empresa semipública. La Compañía Telefónica y el Ministerio de Transportes han de avanzar en los próximos meses en la negociación de un nuevo contrató que regule las relaciones entre la compañía y el Estado.El nombre del secretario de Estado de Hacienda, José Borrell, fue barajado en las listas de los posibles aspirantes a la presidencia de Telefónica. La posibilidad de que Borrell pasase a la gestión de una de las primeras empresas del país recibió la oposición tajante de Carlos Solchaga. "Antes tendrían que pasar sobre mi cadáver", ironizó el ministro ante la posibilidad de perder a uno de sus colaboradores más directos. Otro de los representantes del Club de Empresarios Socialistas, Antonio López, presidente de Amper, SA, estaba en la lista de los candidatos a la presidencia de Telefónica propuesta por Transportes.
El relevo en la otra de las grandes empresas mixtas controladas por el Patrimonio del Estado, Tabacalera, SA, ha de producirse igualmente a iniciativa del Ministerio de Economía y cuenta con candidaturas próximas a otros ámbitos de la Administración y a otras familias del partido socialista. Como en el caso de Telefónica, el futuro presidente de Tabacalera deberá evitar una desbandada del equipo directivo de la empresa, que ha de continuar con el proceso de ruptura de su monopolio tradicional para adaptarse a la normativa comunitaria.
La Comunidad Europea ha iniciado durante el pasado mes de diciembre un procedimiento de infracción contra España ante las, a su juicio, resistencias de Tabacalera a avanzar por este camino. La sociedad, que obtendrá este año unos beneficios de alrededor de 12.000 millones de pesetas, ha de metabolizar también los efectos en su cuenta de resultados de 1989 de la compra de las deficitarias filiales del Instituto Nacional de Industria en el sector alimentario.
En distintos medios han comenzado a dejarse caer ya nombres para la sustitución de Cándido Velázquez en Tabacalera, que celebrará su consejo de administráción el próximo jueves. Aún por despejarse la incógnita respecto al nuevo responsable de Tabacalera, los observadores apuntan a un nuevo triunfo de Carlos Solchaga.
Banco Exterior
De acuerdo con la interpretación de distintos observadores, en los últimos meses ha venido produciéndose una progresiva colocación de personas afines al ministro en distintos sectores de la economía española.El nombramiento de Francisco Luzón en la presidencia del Banco Exterior de España también se situaría en esta línea. Luzón, que no está afilialdo al PSOE, procede del Banco Bilbao Vizcaya y es amigo del ministro desde 1978, año en el que coincidieron en el Banco de Vizcaya. Las relaciones entre el ministro y el nuevo presidente del Exterior "fueron anormalmente buenas [durante la estancia de Solchaga en el Vizcaya] y cuando fue nombrado ministro de Industria hubo un pacto entre los dos de que algún día nos veríamos...", señalaba el propio Luzón recientemente. Otro antiguo director general del Patrimonio, Prudencio García, ocupa desde hace unos meses una de las direcciones generales del Exterior.
La cascada de últimos nombramientos viene a consolidar las excelentes relaciones que ha mantenido el ministro en el sector privado.
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