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Antonio Camarena

Un sindicalista que tomó la alternativa en la Maestranza

Ha sido vanguardista, revolucionario e innovador en uno de los mundos más tradicionales de nuestra sociedad: los toros. Antonio Camarena, un matador de 34 años, quiere unificar en la Asociación de Toreros Españoles (ATE) a todas las gentes del toro, alistadas ahora en cinco sindicatos. Idealista, "aunque no pretendo cambiar el paso del Guadalquivir por Sevilla", Camarena tiene además otros proyectos más ambiciosos, entre los que destaca la creación de la Ciudad Taurina Universal para 1992.

Nacido en Torreblanca, un barrio marginal de Sevilla, y bajo la influencia de Acuario, tuvo enseguida conciencia de que quería ser torero. "Conciencia de novillero tuve hacia los 10 u 11 años; como casi todos los que estamos en este mundo, mi familia era de clase popular, pobre, y yo decidí hacerme torero". Autodidacto en su profesión, tiene su cuerpo marcado por el toro: más de 15 cicatrices recorren su atlética figura, que se sustenta en unas débiles y maltrechas rodillas.Aritonio Camarena consigue ser novillero a los 17 años, pero es a los 30 cuando el poderoso empresario Chopera le eleva a los carteles madrileños. Tras triunfar en una novillada en Las Ventas, una operación de rodilla le devuelve a los subterráneos del mundo taurino.

El recurso de una huelga de hambre durante 16 días le posibilita tomar la alternativa en la Maestranza de Sevilla a un treintañero, que mantiene viva la ilusión del maletilla. "Triunfé, pero hay gente mala en el mundo del toro, y muchos dijeron entonces que estaba loco. Ya sabe: difama, que algo queda", comenta Camarena.

Pero el ciclón de Torreblanca, como se anunciaba en los carteles, no se da por vencido. "A pesar de que en este mundillo todos le tienen pánico a la empresa", afirma, "yo conseguí repetir en la Maestranza. Encadenado a una cruz, como Jesucristo, pero en pleno siglo XX, y a las puertas de la catedral de Sevilla, Camarena consigue que le den una nueva oportunidad en la plaza sevillana en 1987. "Estuve mal ese día y decidí entonces irme a América", dice Camarena, como si contase el final de su carrera de torero.

Sin embargo, su regreso a España le ha devuelto el optimismo. Camarena ha estudiado periodismo en México y ha sido corresponsal de varias publicaciones en América Latina. Allí ha conocido verdaderos problemas de pobreza, ha vivido injusticias y se ha formado. "He aprendido a conocer a la gente, y ahora sé que el enfermo tiene que buscar el alivio; por eso estoy decidido a buscar la protección contra los desprotegidos del mundo del toro".

Confiado en su triunfo para unificar en un sindicato "verdaderamente taurino a las gentes del toro", Camarena cree que "España debe desempeñar de verdad ese papel de madre patria y aprovechar el 92 para hacer algo en el mundo de los toros". Está seguro de "que la unión hace la fuerza" y que es el único camino "para defendernos de los detractores del toro".

Llevar adelante el proyecto de la Ciudad Taurina Universal para la Expo 92 es un objetivo a largo plazo para Camarena. Mientras, su faceta de sindicalista, propia de un obrero británico del siglo XIX, constituye su ideal en la vida, algo por lo que luchar. "Porque si no, ¿a qué dedico mi existencia?".

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