La inercia del repunte
Desde principio de año las ganas por lograr un empuje alcista estaban cercadas por la escasez absoluta de negocio y, sobre todo, de compradores. La cacareada llegada, el martes, de algún dinero extranjero, aunque sólo fuera para un pequeño grupo de valores, podía convertirse en un motivo suficiente para1niciar tina subida bajo la denominación de repunte técnico. Sólo hacía falta que la inversión patria se animara lo suficiente como para no enfriar el intento, y eso ocurrió durante la misma tarde del martes.La ausencia de motivos sólidos para cualquier escalada se complementa con la inexistencia de los que podrían respaldar una caída fuerte o continuada; y en estos casos las excusas suelen tomar el timón. Los recortes acumulados, que en algunos valores son bastante apreciables, respaldan por sí mismos la posibilidad de un repunte técnico. Su mayor problema es la duración pues, si no hay ningún otro dato adicional que permita sostener la mejora inicial, las rápidas realizaciones son el paso siguiente hasta conseguir la vuelta al punto de partida.
El cierre de la sesión de ayer quiso descartar el lado descendente del diente de sierra, confiando en la continuidad del optimismo. La insistencia con la que se recalcaba la falta de solidez del repunte puede ser una de las garantías. La buena evolución de los mercados internacionales, la estabilidad a corto plazo de los tipos de interés y el rumor a un moderado crecimiento de precios durante diciembre pueden ayudar lo suyo; pero el dato más relevante e inmediato que esperaba la inversión era el resultado de la reunión del presidente del Gobierno y las centrales sindicales durante la tarde.
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