Rupert Murdoch toma control de la editorial británica Collins

Rupert Murdoch, el magnate mundial de las comunicaciones, acaba de salir con bien de una nueva pelea por el control de la prestigiosa editorial británica Collins, en la que, como quiere la tradición cada vez que él interviene, se han oído palabras altisonantes. Murdoch se ha quedado ya con la editorial.

Algunos escritores clamaron contra la vulgaridad que suponía caer bajo la férula de Murdoch, pero sin mayor suerte. Los más expresivos tendrán que abandonar la editorial, que por la ganga de 320 millones de libras (unos 65.000 millones de pesetas) pasa a formar parte del imperio mundial controlado por Murdoch.

Esta ha sido la segunda intentona de australiano-norteamericano por hacerse con el control de Collins. En 1981, tras una disputa interna en la editorial, Murdoch pasó a controlar en 41,7% de la sociedad. En aquella ocasión, como ahora, los escritores se rebelaron contra la perspectiva de trabajar para Murdoch. Entonces se salvaron por los pelos.

Collins publica desde su famoso diccionario homónimo a la Biblia pasando por superventas tales como las novelas de Ken Follet o el último libro de Mijail Gorbachov. Autores en el catálogo de Collins son Michael Fryan, Barbara Taylor Bradford, Harrimond Innes y Alastair Maclean, muy populares en el Reino Unido. Algunas informaciones han dado a entender que hasta doscientos autores estaban en contra de la operación.

"No me gusta su estilo o el modo que tiene de hacer negocios. Va a vulgarizar a Collins, disminuir su alcance, convertirla en derechista y rebajar la calidad", decía Follet poco antes de que concluyera la batalla por el control de la editorial. Ante la perspectiva, el escritor dijo estar tratando de cancelar su contrato con Collins. "Mi abogado está trabajando en ello y mi agente está hablando con Collins", dijo el escritor.