Hitchcock, niño travieso

Flash Gordón, Palmira, Las personas mayores y Recuerda, un Hitchcock de 1945, son los guisos de la casa para el ágape de hoy. Guisos más bien desaguisados, con excepción de Hitchcock. Recuerda no está entre los títulos más destacados del maestro, es decir, no es la obra maestra que -son Encadenados, Extraños en un tren, Vértigo o Marnie la ladrona. Como todos los citados, desarrolla una densidad dialéctica considerable sobre problemas psicológicos, sobre seres atormentados por causas generalmente, enigmáticas -modelo temático que genera, por descontado, el suspense-.

Lo que pasa con Recuerda -y es su cruz, sobre la que se han cebado sus detractores, ridiculizándola en extremo- es que ese argumento está escrito desde las mismas puertas del psicoanálisis: todos sus protagonistas son psicoanalistas, directores de manicomio, profesores de la mente, una legión de Freuds.

Hay otra interpretación de los hechos: Hitchcock, niño travieso como pocos, se burla del psicoanálisis; lo único que le importa es materializar su historia, visualizarla. Y ahí no falta, ahí está su genio visible.

Las secuencias de¡ sueño diseñado por Dalí, rompen la unidad estilística de la película, pero, por ellas mismas, son bellas, y su onirismo es el que corresponde a la línea maestra de la obra.