Cuadros
El mundo sabe que lo que está pasando con las subastas de cuadros en Sotheby's y en Christie's no es sólo un fenómeno asombroso, sino anormal.Hasta hace tres años, cada vez que se producía la noticia de que se había colocado un Manet o un Braque por 1.000 millones, se oía: oh, ah. Pero ya la gente no se atreve a decir nada. Se ha traspasado una frontera que cohíbe todas las voces y que ahoga cualquier sensación, excepto una: el pavor. Un pasivo pavor propio de las vísperas de una mutación universal que convertirá lo conocido en desconocido, lo tangible en vacío, lo real en hiperreal.
He aquí un solo caso: un cuadro de Picasso, pintado al gouache, intercambiado por 4.000 millones de pesetas. Silencio abisal. Entre las leyes de lo real rige la norma de que un objeto realza su importancia en la medida en que el mercado lo cotiza más. Pero ¿vale esta ley indefinidamente? Se confiaba en que sí hasta que la subasta de Christie's demuestra en una revelación terrible -y no solicitada- que esa ley tiene un límite. Un objeto no es más y más codiciado cuanto más y más vale o más y más valorado cuando su valoración es superior. A partir de un punto, como ocurre con algunos paradójicos comportamientos en física, la tendencia se invierte, la explosión es una implosión, la formidable masa del universo da la vuelta y tiende a cero. Ese punto crítico es en la subasta la cifra crítica. ¿2.000 millones, 3.000, 4.000? Existe, sin duda, una determinada masa de dinero que, izada ante el lienzo, destruye de manera fulminante y simultánea el valor de la pintura y del dinero. Que el cuadro de Picasso valga 4.000 millones de pesetas es una arbitrariedad, pura ficción. No pertenece al mundo de lo real. Pero, recíprocamente, que 4.000 millones valgan un gouache rosado es parte de la misma hiperrealidad. El producto y su puja, la masa de la obra y la masa de los dólares se desintegran mutuamente.
El ámbito de lo real contempla cómo las subastas -algo en sí diabólico- abren un agujero de antimateria y presiente que por ahí se colará todo.
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