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La mayoría a de los indigentes se niegan a ser recogidos en los albergues

La brusca aparición de bajas temperaturas ha obligado al Ayuntamiento a adelantar las fechas en que habitualmente pone en marcha el conocido popularmente como Plan contra el frío. La eficacia del plan choca, paradójicamente, con la resistencia de sus propios beneficiarios. La gran mayoría de ellos se niegan a ser recogidos y trasladados a los albergues municipales, y prefieren arrostrar por sí solos los rigores del invierno madrileño.Entre los días 25, 26 y 27 de noviembre, la Policía Municipal recogió a 185 hombres, 49 mujeres y 13 niños, todos ellos dedicados a la mendicidad. Tres de los niños fueron puestos bajo la tutela del Departamento de Protección del Menor. De los adultos, 156 se negaron a ser trasladados a los albergues y fueron devueltos a la calle.

El plan, cuya denominación oficial es la de Plan de Emergencia para Auxilio de Indigentes, entra en funcionamiento a partir de la bajada de las temperaturas a 3 grados, y contempla el traslado de los mendigos al albergue municipal de San Isidro, en el paseo del Rey, o al pabellón de Mayorales, en la Casa de Campo. En los casos de personas que presenten enfermedades, se les traslada primero a los equipos quirúrgicos municipales de las calles de Montesa y Concordia, de donde, una vez reconocidos, pasan a los albergues o a un centro hospitalario, según su estado de salud.

Al mismo tiempo, un acuerdo con la Compañía Metropolitana ha permitido que las estaciones de metro de Callo y Tirso de Molina permanezcan abiertas toda la noche, para ofrecer un refugio caliente a los indigentes que no quieran ser recogidos.

Los planes contra el frío se pusieron en marcha en 1986, a raíz de la muerte por congelación de varios mendigos, ocurridas en los inviernos de 1984 y 1985. El 16 de enero de 1984, la policía encontró el cadáver de Boris Bruyn Tengbergen, de 47 años y nacionalidad holandesa, en un banco del Retiro. Tres días más tarde, el 19 de enero, fue encontrado el cuerpo sin vida de un hombre indocumentado, en un chalé semiderruido de la calle de Abel, en el distrito de Tetuán.

El 6 de marzo del mismo año, Pedro Piña Paloma, de 57 años, murió de frío en el interior de la caseta de un transformador, en el Camino de la Laguna. El 14 de febrero de 1985, Saturnino Ruiz Ruiz, de 49 años, fue encontrado muerto en el interior de una cueva situada en un descampado, cerca de la avenida de América. El 14 de enero de 1987 fue hallado el cadáver de otro mendigo congelado, Guillermo Molinello, de 73 años, en un descampado en Colmenar Viejo.

Las malas condiciones fisicas de la mayoría de los mendigos les hacen particularmente vulnerables a los rigores del invierno. Un estudio realizado entre los indigentes acogidos en el albergue municipal de San Isidro, en 1981, reveló que tan sólo 12 personas, de 141 analizadas médicamente, podían considerarse sanos. Los demás estaban aquejados de trastornos respiratorios, cardiocirculatorios y digestivos, fundamentalmente.

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