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El Reino Unido mantendrá su oposición a la unión monetaria y fiscal europea

El Reino Unido mantendrá su postura contraria a la armonización fiscal y a la unión monetaria europea, así como su oposición a integrarse en el mecanismo de adaptación de divisas del Sistema Monetario Europeo (SME). Una alta fuente del Ministerio de Finanzas británico confirmó a este periódico la posición de dureza de este país frente a los intentos de Francia y Alemania Occidental de avanzar en el camino de coordinación de las políticas económicas de la Comunidad Europea.

La filosofía expresada en las últimas semanas por la primera ministra británica, Margaret Thatcher, y por el ministro de Finanzas, Nigel Lawson, se mantendrá firme durante el próximo debate sobre unificación de las políticas económica, monetaria y fiscal de la CE. El equipo del Chancellor of the Exchequer tiene instrucciones directas de defender pública y privadamente la soberanía del Gobierno británico -y de cada Ejecutivo de los países comunitarios- para definir su actuación económica, así como la primacía del mercado sobre cualquier regulación de la CE en su andadura hacia el mercado único.Una alta fuente de la Administración británica afirmó a este periódico que "los planteamientos sobre armonización fiscal expuestos en las últimas reuniones comunitarias y debatidos en Creta en el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin), son un error. No es necesario que los impuestos sean iguales, ni siquiera similares, para que funcione el mercado único en Europa".

Esta postura enlaza con la expuesta en numerosas ocasiones por el propio Lawson en el sentido de que "debe ser el mercado el que dicte las normas y no la Comisión ni el Consejo de Ministros de la CE". A su juicio, si los impuestos son diferentes entre los doce cuando se liberalicen los movimientos de capitales, los inversores podrán elegir libremente qué países ofrecen mejores posibilidades y actuarán en consecuencia.

La posición de Lawson y su equipo se refiere tanto a los impuestos indirectos -valor añadido e impuestos especiales- como a la tributación directa. A su juicio, "cada Estado es soberano para imponer las tasas que considere necesarias para desarrollar su política económica". La teoría se haría extensible a impuestos sobre el capital, el consumo o los rendimientos del trabajo.

Esta postura contrasta con la mantenida por la Comisión Europea, principalmente por Jacques Delors, de avanzar hacia una armonización fiscal previa a la liberalización de los movimientos de capitales y a la mayor coordinación monetaria. La propuesta de armonización de los impuestos de encuentra paralizada tras el Ecofin de Creta, y, de no encontrarse una salida negociada antes de fin de año, quedaría pendiente para la presidencia española de la CE, durante el primer semestre de 1989.

Banco europeo

Respecto a los intentos de la Comunidad por avanzar en la coordinación monetaria, potenciar el papel del SME y plantearse en un futuro la creación de una moneda única y un banco central europeo, el citado funcionario británico se mostró igualmente contrario a cualquier actuación que suponga limitar los mecanismos del mercado. "Lo que pueda hacer la comisión Delors", afirmó, "no deja de ser un interesante ejercicio académico".

El Gobierno británico se muestra contrario a este acercamiento de las políticas monetarias, y mucho más a cualquier planteamiento de moneda o banco europeo. "Las fuerzas del mercado son las que deben caminar hacia esa armonización monetaria", añadió el citado portavoz. A su juicio, el SME ha cumplido un cierto papel, pero el excesivo peso del marco alemán en las decisiones de ajuste de divisas lo hace poco práctico. "En Europa", añadió, "hay dos monedas con carácter internacional: el marco y la libra. El mecanismo de adaptación de cambios gira en torno a la divisa alemana, e introducir la libra en el sistema supondría una dualidad que distorsionaría el sisterna.

Este planteamiento supone la renuncia a integrarse en el mecanismo de ajuste del SME a corto plazo. "Entraremos", precisó, "cuando consideremos que es el momento, desde el punto de vista económico y político. No considero conveniente llegar a grandes acuerdos de coordinación económica o monetaria en la CE hasta que no se haya debatido a fondo la unidad política y se haya llegado a un acuerdo".

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