El Real Madrid maltrató al Estudiantes
Petrovic estuvo dispuesto a hacer un uno contra uno con todo el Estudiantes pero acabó siendo recriminado por el propio Lolo Sainz por querer hacer un pase para la galería que acabó exactamente en la galería. Sin embargo, la jugada del partido la hizo el joven Villalobos que realizó un mate impropio de un hombre blanco, acción que no solo levantó al público de sus asientos sino que provocó la felicitación efusiva de los propios jugadores rivales. Quiere todo ello decir que el partido fue divertido, si bien careció de la emoción de otras veces. Resultó que el Madrid trató sin contemplaciones al Estudiantes, harto de recibir tortazos en el morro cada temporada, y que el Estudiantes necesita a Russell de la misma manera que hay hombres que son desgraciadas si sus mujeres no duermen en el lecho conyugal con asiduidad.El partido quedó reducido a un buen pero incompleto espectáculo: había ambiente de gala con el Palacio de Deportes lleno pero faltó la salsa de un final apretado. El Real Madrid consiguió una ventaja suficiente bastante temprano (33-12 al minuto 12) y anduvo presto a no perder la concentración so pena de convertirse en víctima de algunas de las hazañas estudiantiles. El Estudiantes apretó un par de veces intentando bajar de los diez tantos, pero nunca encontró a un hombre especialmente resolutivo, papel que desempeñaba siempre Russell. Para remate, Pinone y Gil no tuvieron un día acertado.En esa tesitura, el partido mantuvo un ritmo sostenido,digno, y los dos equipos no cesaron en la pelea: uno, por intentar lo imposible; el otro, por no descuidarse. Entre jugada y jugada, se vieron acciones vistosas, como los repetidos tapones de Cargol, algunas penetraciones de Petrovic, un par de asistencias bien culminadas por Fernando Martín y una lucha feroz de Coll por hacer picadillo al yugoslavo. Llegado cierto período, al minuto 31, el técnico del Estudiantes debió concluir que no ganaría el partido y fue dando entrada a nuevos jugadores, razón por la cual bajó la eficacia de su equipo aunque no el espíritu de lucha. Ese período aparentemente intrascendente, porque el resultado ya no peligraba, sirvió para que Petrovic decidiera dedicarse casi exclusivamente al espectáculo. En esos momentos, tuvo un par de intervenciones extraordinarias, en forma de asistencias muy espectaculares, pero terminó emborrachándose de deseos de agradar y fue oscurecido por la tremenda canasta que consiguió su colega Villalobos, que machacó un mate como sólo lo hacen los negros. Al final, incluso, Petrovic intentó un pase de espaldas que acabó entre los espectadores y Lolo Sainz se levantó del banquillo para indicarle que eso no debía hacerlo más. Y es que el jugador yugoslavo tiene una ambición sin límites: quiere ganar el partido por la mayor diferencia posible, quiere hacerse amigo de Fernando Martín, quiere conquistar el título de máximo anotador, quiere ser la estrella de Madrid y, por lo que se ve, también quiere hacer la jugada del panido. Ayer no lo consiguió todo, pero será interesante comprobar como digiere esa voracidad cuando las cosas no sean tan propicias.
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