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Manifestación sindical en Chile a un mes de la victoria del 'no' en el referéndum

Alrededor de 8.000 personas se reunieron ayer en Santiago, en una concentración de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), para solidarizarse con los dos máximos dirigentes de esta organización, deportados a dos ciudades de provincias. En el acto, la CUT hizo un llamamiento a movilizarse contra un régimen cuya táctica ha consistido en cerrarse al diálogo, mantener la represión, vetar el acceso de los opositores a la televisión y represaliar a más de 10.000 trabajadores por el triunfo del no en el referéndum, del que el sábado se cumplía un mes.

Ya son visibles los primeros signos de frustración e impaciencia por la falta de cambios después del triunfo opositor. Los asistentes a la concentración, en su mayoría de partidos de la izquierda, gritaban "basta de conciliar, es la hora de luchar", y pedían una convocatoria de huelga general. En la noche anterior, al cumplirse un mes de la derrota de Augusto Pinochet en el referéndum, después de que un atentado contra el tendido eléctrico -que se lo atribuyó el Frente Patriótico Manuel Rodríguez- dejó sin luz a la mitad del país, grupos de manifestantes en las poblaciones más radicalizadas de Santiago quemaron neumáticos y apedrearon vehículos.En conversaciones telefónicas con EL PAÍS desde sus lugares de deportación, Manuel Bustos y Arturo Martínez -presidente y vicepresidente, respectivamente, de la CUT admitieron sentir desazón por los escasos cambios habidos después del triunfo del no. El democristiano Bustos, que está deportado en Parral, 350 kilómetros al sur de Santiago, sostuvo que la oposición debe ser más agresiva para hacer exigencias después de su victoria. "Al régimen derrotado hay que decirle que queremos un camino de diálogo para una salida nacional. Si no responde, 15 días después hay que hacer la misma presentación a la Junta de Gobierno, y si las fuerzas armadas se niegan hay que estar dispuestos a la movilización".

Inmovilismo

Desde el puerto de Chañaral, 970 kilómetros al norte de la capital, donde está deportado, el socialista Martínez afirmó: "Ganamos, y no ha pasado nada". Agregó que "el inmovilismo de la oposición es muy peligroso. Vamos a retroceder si no nos movilizamos para poner en jaque a la dictadura. Hay que aprovechar las contradicciones internas del régimen para exigir las reivindicaciones sociales".El portavoz de la concertación de 16 partidos opositores, Patricio Aylwin, dijo que es políticamente inadmisible" que Pinochet siga gobernando como si todo estuviera igual, y advirtió que la oposición no va a esperar "con los brazos cruzados". Los partidos estudian formas de movilización pacífica para presionar por reformas a la Constitución. Sin embargo, la Democracia Cristiana -que está en un proceso de primarias- y otras fuerzas parecen más preocupadas por definir el candidato presidencial para la elección de 1990.

Mientras tanto, el Gobierno de Pinochet no cede. El subsecretario del Interior, Gonzalo García, descartó de nuevo un diálogo con la oposición, porque ésta insiste en "caminos rupturistas". En las fuerzas armadas, en cambio, son ahora notorios los efectos posplebiscito. Después de que el Ejército removió 13 generales, la Marina pasó a retiro a nueve almirantes en los cambios más amplios realizados en la Armada durante este régimen.

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