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Las figuras soviéticas se exhibieron relajadas

La gran gimnasia llegó tras la NBA, pero con una sensible diferencia. Aunque fuera amistoso, el reciente baloncesto tenía un morbo importante: la lejana posibilidad de que cayeran los míticos Celtics profesionales. Ayer, en cambio, pese a que estuvieran las estrellas de Seúl, no hubo competición, Sólo exhibición, aunque fuera igualmente atractiva. Y se notó demasiado el relajamiento de las figuras. Al menos, no se lesionaron, lo que sí sucedió con Eduardo Fedriani, de 14 años, primer español participante, retirado en brazos tras sufrir un esguince de tobillo en el ejercicio de suelo.

Fue mala suerte, pero otro índice inequívoco de los riesgos que supone la gimnasia de competición. Al término de la exhibición, en el botiquín del lleno Palacio de Deportes, el médico no sabía dónde habían podido llevar a Fedriani. Y Fedriani estaba arriba, en la pista, viendo a sus ídolos soviéticos con una bolsa de hielo en el tobillo izquierdo. Gracias a que pesa poco su entrenador dijo que no se lo rompió. Creía que sólo era un fuerte esguince, pese a que se le dobló de forma tremenda al estacionar mal un mortal atrás carpado. Son los precios que es discutible deban pagar los niños por querer llegar a la elite. Los niños de Barcelona 92. Menos mal que los demás no se rompieron nada.Precisamente para evitar el peligro de lesiones, al final de las diagonales más complica das, los tres medallas de Seúl, Viadimir Artemov, Valeri Liu kin y Dimitri Bilozerchev, gracias a que era una exhibición , pudieron utilizaron una colchoneta para amortiguarlas caídas. Aun con su clase, ninguno clavó sus series de saltos.

Pero resultó sintomático que la actuación simultánea final de seis de las siete estrellas soviéticas presentes en el Palacio fuera la que asombrara más. Apenas se notaron entonces los fallos y difícilmente también se podrá ver otra vez actuar juntos en menos de un minuto a Marina Lobatch, la campeona olímpica de gimnasia rítmica con la cinta; a Liukin en las paralelas; a Artemov en la barra fija; a Bilozerchev en las anillas; a la también campeona olímpica de gimnasia artística Elena Chuchunova en las asimétricas, y a la medalla de bronce, y su casi segura sucesora, Svetlana Boginskaia, en la barra de equilibrios.

Antes, en solitario, había quedado la potencia del propio Bilozerchev -el más aplaudido por su mejor palmarés e historia personal de superaciónpero también se notaron claramente sus fallos. La concentración que exige una competición no existía ayer y a ello se unía el relajamiento de unas vacaciones después del éxito. El zar se dejó caer del caballo con arcos tras la primera serie de molinos y no pudo evitar otra caída desde la barra fija. Esta vez no fue como en Seúl, tras la soltada en los giros a una sola mano, sino en la inicial a dos, pues quedó demasiado lejos en el salto y no llegó a agarrarse.

Pero también cayó Artemov en la salida del salto de caballo. Él, que precisamente brilla siempre por su seguridad y por arriesgar lo justo imponiendo más su elegancia. El más seguro fue Liukin, que hizo en la barra fija el mejor ejercicio de la tarde, con una precisión asombrosa en las dos soltadas.

Incluso cayó de la barra de equilibrios Elena Chuchunova,aunque se hizo admirar con su enorme facilidad para encadenar las diagonales de saltos en suelo. Con más discrección, quizá porque es la más mujer, más alta, pero con gran seguridad, Svetlana Boginskaia estuvo mejor en conjunto.

Al exigir menos riesgos, aunque casi con la misma precisión que en Seúl, Marina Lobatch demostró por qué ganó a las búlgaras en rítmica. Y Alexandra Timoshenko, a la que se le cayeron la cinta y las mazas, por qué fue tercera entonces y por qué -también ella-, hizo otra exhibición relajada ayer.

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