La enfermedad de Hirohito impulsa el nacionalismo nipón
La enfermedad del emperador Hirohito, de 87 años, el monarca vivo que lleva más tiempo en el trono, suscita el despertar del nacionalismo japonés en torno a la figura del trono del crisantemo, de una línea ininterrumpida de más de 2.600 años y de polémico recuerdo, sobre todo por su protagonismo militarista durante la década de los treinta y hasta el final de la II Guerra Mundial. Hirohito seguía ayer en situación grave, sufriendo hemorragias internas, pero la última crisis de sus dos semanas de lucha con la muerte parecía momentáneamente superada. Ayer fue sometido a una nueva transfusión de 200 centímetros cúbicos.
El símbolo de Hirohito es algo más, para los japoneses, que el de un monarca que dejó de ser divino para someterse a la nueva Constitución al término de la II Guerra Mundial. Una ley fundamental que los políticos, en particular los más conservadores, no olvidan que fue dictada por los ocupantes estadounidenses que, gracias a dos bombas atómicas, pusieron fin de las ansias imperialistas de Japón.Hoy, 43 años después de la derrota de Japón, muchos japoneses se alzan contra el dictado constitucional norteamericano y algunos esperan que el relevo en el mando imperial, con la futura llegada al trono del príncipe y ya regente Akihito, de 56 años, se acabe esta especie de me culpa japonés por los actos vividos durante la guerra y nazca una nueva directriz más de acuerdo con la actual potencia económica de Japón.
Hiedaki Kase, uno de los historiadores japoneses especialista en asuntos imperiales, no dudó en ofrecer un panorama precisó ante el Club de Corresponsales Extranjeros, y afirmó que resurge el nacionalismo nipón.
Según Kase, de ideología conservadora pero muy respetado en Japón, la futura desaparición de Hirohito "liberará a Japón" de su pasado y "abrirá nuevas vías hacia el rearme". Kase no tuvo ningún problema en precisar que Japón debe modificar el artículo 9 de su Constitución, en el que se indica que Japón "renuncia a su derecho de declarar la guerra". Según Kase, Japón debe igualmente superar su alergia a las armas nucleares y tener derecho a poder contar con armas atómicas, si ello es necesario para mantener su "seguridad e independencia".
Libertad de prensa
Estas opiniones Kase podrían parecer un tanto folclóricas, de no caer en un ambiente cada vez más abonado para el resurgir del nacionalismo japonés, en un momento en el que, por ejemplo, Michio Watanabe, director del Centro para la Investigación de Asuntos Políticos del potente Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder ininterrumpidamente desde 1955, denuncia las "críticas" de la Prensa sensacionalista británica contra el emperador Hirohito y las esgrime para pedir limitaciones a la libertad de prensa y medidas restrictivas a los corresponsales extranjeros en Japón.
Con el relevo en el trono del crisantemo, muchos observadores extranjeros prevén una radicalización de los extremistas. Por una parte, de los ultranacionalistas, que han dejado de hacer su ruidosa propaganda por las calles de las grandes ciudades de Japón, desde la enfermedad del emperador. Por otra, de los partidos de izquierda que, incluido el comunista, con diputados en el Parlamento, piden que se abra de nuevo el debate para dejar claras las reglas de juego del papel imperial en la política y la sociedad japonesa.
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