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El debate

El debate del domingo en Estados Unidos fue un asunto curiosamente discreto en el que los programas de los dos candidatos presidenciales y el formato periodístico hicieron que, por una parte, ninguno de los candidatos pusiera demasiada energía y, por otra, que no se lanzaran a un asalto en toda regla.El vicepresidente Bush sólo tenía un propósito: hacer todo lo posible para inculcar la idea de que la elección es un referéndum sobre valores. Los suyos son supuestamente los de la mayoría de la opinión pública, y los de Dukakis, los de un liberal de izquierdas. Obviamente, Bush piensa que esta formulación le hace más fuerte, mientras que debilita a su oponente. Dukakis, por otro lado, trató de huir de la confrontación de valores e intentó demostrar que es capaz de proporcionar liderazgo, ya que es el área donde su estilo analítico y su fuerza personal pueden ayudarle más.

Parece, sin embargo, que el debate va a cambiar poco la opinión de muchos de los votantes, e incluso todavía menos va a profundizar y a confirmar las superficiales opiniones que muchos norteamericanos parecen mantener sobre esta cuestión.

Un debate como éste proporciona una cierta cantidad de información útil sobre las cualidades personales y las reacciones de los candidatos, pero, en cualquier caso, es dudoso que proporcione la clase de información que le hace a uno emitir un juicio definitivo sobre un personaje.

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27 de septiembre

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