El intrépido comandante
Las acrobacias aéreas de Zaragoza fueron menos seguras que otras similares en el extranjero
"¡Pero bueno...¡" "¡Uyyy...!" "¡Vaya!" Exclamaciones de admiración y sorpresa, algunas de ellas un tanto temblorosas, acompañaban a la primera pasada que, muy cerca del público, realizaba el pasado lunes con su F-18 el comandante Eugenio Ferrer Pérez. Sus acrobacias en la base de Zaragoza, especialmente la primera figura junto a las autoridades, estuvo muy por debajo de las habituales normas de seguridad que se aplican en países europeos en ese tipo de exhibiciones. Menos mal que el Ministerio de Defensa había prometido un "reforzamiento" de las medidas de protección.
"Los aviones de las patrullas acrobáticas orientarán sus maniobras en la dirección del eje de la pista, lejos del lugar que ocuparán los invitados. Durante los ejercicios, los aviones, en formación o en solitario, no sobrevolarán la zona donde se sitúen los invitados ni evolucionarán en trayectoria frontal a ellos".Así rezaba la nota oficial que difundió Defensa el pasado 7 de septiembre al referirse al acto de Zaragoza. Pero esas condiciones no se cumplieron y, por el contrarío, los límites de seguridad estuvieron claramente por debajo de los que se aplican en exhibiciones internacionales como las de Le Bourget (Francia) o Farnborough (Reino Unido).
Así, el comandante Ferrer, tras realizar un looping después de despegar, se aproximó a escasa velocidad y muy baja altura en dirección al público. Cuando estaba a unos 50 metros sobre la vertical de los asistentes, efectuó un viraje a la izquierda situando el avión con las alas verticales y en esa posición hizo un giro completo pasando de nuevo junto al público.
Los mandos del Ejército del Aire que presenciaban el acto no podían ocultar unos gestos de satisfacción al poder demostrar públicamente las excepcionales cualidades del aparato. Otras autoridades civiles, algunas de ellas del Ministerio de Defensa, se asombraron al comprobar que, desde luego, esas figuras no se correspondían con la idea que se habían forjado sobre las medidas de seguridad a adoptar.
Pero Ferrer no fue el único, en cualquier caso, que protagonizó actos que no encajaban con el texto de la citada nota oficial. Obviamente, las patrullas acrobáticas inglesa y francesa efectuaron figuras, algunas con claros riesgos, con los aviones volando en dirección al lugar donde se encontraba el público.
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