Aznar prefiere una sola candidatura a la dirección de AP en el próximo congreso
El presidente de Castilla y León, José María Aznar, es partidario de que se presente una sola candidatura a la dirección de Alianza Popular en el congreso convocado para enero próximo, siempre que esa lista permita integrar a personas significativas que han tenido escasa participación en las decisiones del partido. Aznar, que se había convertido en el polo de referencia de una eventual alternativa al presidente de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha, se muestra poco interesado en dar ahora esa clase de batalla, según personas de su entorno.
Las mismas fuentes afirman que el presidente de Castilla y León no ve cuáles pueden ser los efectos positivos de un enfrentamiento, que renovaría el que ya se produjo entre los sectores de Antonio Hernández Mancha y de Miguel Herrero en el congreso de 1987. Uno de sus colaboradores dice: "Sólo hay dos soluciones que Hernández Mancha se marche, o que se mantenga con un equipo más unido del que ha tenido. La operación, en cualquier caso, es complicada".El presidente de Castilla y León se reserva en público su postura definitiva, aunque en privado ha dicho que prefiere la unidad del partido. Al mismo tiempo lamenta "el espectáculo" que ofrece la sede central de Alianza Popular, en la que no dejan de producirse situaciones chuscas, la última de las cuales ha sido la colección de anónimos recibidos por militantes de la organización madrileña de AP, en los que se defiende el regreso de Manuel Fraga a la cabeza del partido conservador.
El retorno de Fraga parece una posibilidad remota. El mismo repitió ayer que "nadie" puede presionarle para que ocupe la presidencia de Alianza Popular, durante una conferencia de prensa celebrada en Palma de Mallorca, en la que se desvinculó completamente de los anónimos: "Lo que no se firma, no existe". Las fuentes próximas a Aznar antes citadas, creen más lógico "integrar a los fraguistas", pero "eso depende de las intenciones negociadoras que pueda albergar Antonio Hernández Mancha".
Vísperas de discusiones
En el equipo del actual presidente de AP crece también la impresión de que hay posibilidades de una sola lista para el Comité Ejecutivo del partido. Por ejemplo el secretario general, Arturo García Tizón, distribuye declaraciones tranquilizadoras, en el sentido de que pueden resolverse las "situaciones anómalas" por las que ha atravesado Alianza Popular en los últimos tiempos.El equipo de Hernández Mancha domina amplias zonas de la organización del partido: parece fuerte de cara al interior de AP, aunque carece de expectativas razonables de triunfo en las próximas elecciones legislativas. No está consolidado, como lo demuestran los constantes incidentes a que se ve sometido, pero tampoco se observan sólidas operaciones de alternativa.
El arriesgado paso dado por José María Aznar hace siete meses -con fuertes críticas al estancamiento del partido- le permitió mejorar su imagen pública, pero no ha incrementado su fuerza en el conjunto del aparato aliancista, que en definitiva es lo importante para ganar un congreso. No cabe olvidar que AP es el partido con mayor número de militantes de España -alrededor de 240.000, más que el propio PSOE- y que el aparato administra el dinero del Estado recibido por AP.
En resumen: permanecen las desconfianzas y los recelos, pero no pintan bastos. Así evolucionan las cosas, en vísperas de nuevas reuniones de los órganos directivos de Alianza Popular. Éstos últimos debatirán la semana próxima el reglamento del congreso, uno de los asuntos que habitualmente se prestan a discusiones.
Negociación
El reajuste en la estrategia de Aznar se extiende también a sus relaciones con el palacio de la Moncloa, que permanecen congeladas desde hace un año. Para poner fin a ese bloqueo se ha negociado una entrevista entre Juan José Lucas -vicepresidente de la Junta y hombre de confianza de Aznar- y el ministro para las Administraciones Públicas, Joaquín Almunia.El gabinete de Aznar espera que ese encuentro, previsto para mañana, preceda al primer encuentro oficial entre Aznar y Felipe González desde la instalación del gabinete liberal-conservador en Castilla y León, una de las regiones perdidas por los socialistas tras las elecciones autonómicas de 1987.
José María Aznar se ha convertido en el punto de referencia de las comunidades que aspiran a la reforma de sus estatutos de autonomía, tras una batalla política que ha colocado al Parlamento de Castilla y León en situación de enviar a las Cortes un proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía. Esta propuesta incluye la reclamación de nuevas competencias -tanto legislativas como ejecutivas- en materia de enseñanza, sanidad, régimen local, cámaras agrarias, denominaciones de origen y medios de comunicación.
La última palabra corresponde ahora a las Cortes, y por tanto a la mayoría socialista, teniendo en cuenta que González y Almunia se han mostrado partidarios de ampliar las competencias de las autonomías por medio de leyes de delegación y no a través de reformas estatutarias.
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