El tercer hombre
EL PRÓXIMO fin de semana vuelve a rodar el balón por los campos de fútbol españoles con el inicio de un nuevo campeonato de Liga, marcado esta vez por un doble y significativo cambio: habrá control antidoping y los clubes podrán alinear reglamentariamente un tercer extranjero en lugar de los dos permitidos hasta ahora. La inclusión del tercer hombre fue aprobada el pasado día 20 en la asamblea del fútbol español, primera que presidió el ex futbolista internacional del Athlétic de Bilbao Ángel María Villar. El nuevo presidente de la federación, pese a mostrarse personalmente en contra de la presencia de futbolistas extranjeros -no hay que olvidar su procedencia de un club como el bilbaíno, que mantiene su tradicional política de cantera-, guió así sus primeros pasos hacia la lógica en un tema ya imparable tanto ética como legalmente.En efecto, la propuesta de los clubes profesionales en favor de un tercer extranjero era plenamente concordante con las normas de la Comunidad Europea en lo que a libre circulación de trabajadores se refiere, y que entrarán plenamente en vigor, de acuerdo con el Acta única, a partir del primero de enero de 1993. Y las sentencias de los tribunales hace tiempo que admitieron, contra las resistencias de los sectores más conservadores, que los deportistas profesionales son trabajadores por cuenta ajena. Desde el 1 de enero de 1993 el deportista trabajador -y el futbolista es un trabajador por cuenta ajena- gozará de la expresada libertad en los países signatarios o adheridos al Tratado de Roma.
Paradójicamente, entre los contrarios a la inclusión del tercer extranjero se ha encontrado el sindicato de futbolistas españoles, pese a haber luchado desde su creación, y con éxito, por conseguir esa consideración del futbolista como trabajador. Su argumento ha sido que, precisamente por la próxima apertura de fronteras, se hacía preciso potenciar previamente las canteras locales a fin de hacer menos traumática aquélla. Sin embargo, la lógica más bien parece indicar que la forma de evitar esa irrupción traumática de jugadores foráneos es la de propiciar una apertura escalonada. Por lo demás, a ningún club se le va a impedir que mantenga su política de cantera propia, aunque tal vez deberían estudiarse medidas compensatorias para quienes apuesten por esa vía.
En otro orden, los argumentos puramente deportivos, como el del eventual debilitamiento de la selección nacional por efecto de la apertura ahora aprobada, pueden rebatirse, o relativizarse al menos, a la vista de experiencias como la del fútbol holandés. En la patria de Cruyff se admiten cuatro extranjeros por club, lo que no ha impedido a los tulipanes proclamarse campeones de Europa esta pasada primavera. Y no es preciso recordar a los aficionados el papel realizado por la selección española en el mismo torneo.
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