Dos joyas
Dos maestros del cine, Max Ophuls y Josef von Sternberg, aterrizan hoy por nuestras pequeñas pantallas con dos obras maestras del cine: Madame de... (1953) y Los muelles de Nueva York (The docks of New York, 1928). Cineastas románticos, torturados, sensibles e inteligentes, espeleólogos incansables de las grutas humanas a la búsqueda del alma y sus incicatrizables heridas, Ophuls y Stemberg, Sternberg y Ophuls, pertenecen a una extinta realeza artística que recaba en todos esos sufrimientos y angustias y los transmite, los plasma -los comunica-, mediante un lenguaje que ha asumido sus necesidades básicas y su sentido principal: ser fuente de placeres visuales.Avezado como nadie en el retrato de ambientes, Ophuls pinta la época fin de siglo en Madame de... con exquisito lujo y con su proverbial elegancia en los movimientos de cámara (James Mason, actor que trabajara con él un par de ocasiones, dijo una vez: "El día en que le quitaron la grúa creí que jamás volvería a sonreír"). Es un filme de amor -cuya trama está sujeta a la odisea que corren unos pendientes- fuertemente arrebatado y tocado de un acento a la vez melancólico y trágico. El resultado es una obra maestra de ininterrumpida belleza.
Poesía visual
Poético es el adjetivo que más fácilmente viene a la mente a propósito de Los muelles de Nueva York. Una poesía escrita sobre ese puerto al que alude, el título -reconstruido, y cómo, enteramente en estudio- y cuyas atmósferas y calor humano a más de uno le pueden recordar al Marcel Carné de pocos años después. La historia no pasa de ser la de una relación entre un hombre y una mujer que se casan de manera absolutamente atípica -y condicionada por el alcohol- para después ver nacer en ellos el amor. La luz de Sternberg -o de su operador Harold Rosson- prima en su estética con plástica hermosa, siguiendo sus previos éxitos de, entre otros, The salvation hunters, Underworld y The last command y anticipando sus futuros y soberbios trabajos con Marlene Dietrich.Excelentes interpretaciones de Betty Compson y George Bancroft, un actor de expresión simiesca -algo parecido a Bronson- que ya había utilizado Sterriberg en Underworld y que más tarde sería un característico de grato recuerdo -en La diligencia, sin ir más lejos.
Por lo que hace a Tempestad sobre el Nilo y La querida, no son más que dos discretos productos. El primero, nueva versión de Las cuatro plumas que utiliza las mismas escenas de acción del clásico de Zoltan Korda adaptándolas al formato de cinemascope; el otro, un vehículo para Rocío Jurado que el excelente Fernando Fernán-Gómez realizó, se diría -a la vista del resultado-, con cierta desgana.
Los muelles de Nueva York se emite a las 2.02 de la madrugada por TVE-1. Madame de... se emite por TVE-1, a las 3.35 de la madrugada. Tempestad sobre el Nilo se emite a las 16.00, por TVE-1. La querida se emite por TVE-1, a las 7.30.
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