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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Nihil obstat'

Con la intención de no sobrepasar 30 líneas mecanografiadas y una vez comprobado que la carta reúne los requisitos de estar firmada (comprenderá que en estos preámbulos se trate simplemente de una promesa) y de constancia del domicilio, teléfono y DNI, me someto al juicio reservado que EL PAÍS disfruta para publicarla, resumirla o extractarla cuando considere oportuno. En cualquier caso, me conformaría con añadir una más a la colección de cartas del director (ahora, normalizadas), en las que comunicándome el lamento de la no publicación de determinada colaboración, se me anima a seguir enviándolas, como no podía por menos de esperar de un periodista que sostiene que un diario es de sus lectores.Dicho esto, quisiera formular una sugerencia a todo tipo de

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creadores: pintores, escritores, cineastas, dramaturgos, etcétera. Sometan ustedes sus proyectos creativos al nihil obstat previo de la correspondiente Embajada (Nunciatura) del Vaticano y evitarán problemas económicos, judiciales -ni siquiera correrán peligro físico-, una vez concluida su obra. Si así lo hicieren, se abstendrán de padecer, por ejemplo, el exabrupto de la curia patriarcal veneciana pidiendo la retirada del filme de Scorsese, poque "ofende a los cristianos" (¿católicos o protestantes, seguidores de Lefebvre o de la teología de la liberación, más papistas que el Papa o pasotas de la doctrina oficialista?). Aun sospechando que la filípica sobre esta película está formulada sin haberla visto, el criterio de esa u otra curia sobre esta u otra obra creativa, siendo respetable (allá ellos),' convendría que fuera acompañado de un cambio del discurso y, en lugar de pedir retiradas de festivales, censurar y promover escándalos con su escándalo, simplemente redactaran pastorales para sus fieles, exhortándoles a abstenerse de contemplar lo que, una vez contemplado por ellos, resultare escandaloso. De todas maneras, muy probablemente los productores de la película ya contaban con que no existe mejor prólogo para una obra (desde el punto de vista publicitario y económico) que el que pueda redactar su enemigo (y cada obra tiene el suyo en el gremio que toque) denostándola en los términos más agrios posibles. A mí, por lo menos, no me cabe duda del éxito editorial que tendrían títulos como los siguientes: El aborto, una necesidad social, de Cristina Almeida, prologado por Ángel Suquía; La repúblicafederal, de Julio Anguita, con prólogo de Luis María Ansón o Cándido; Por un PIB guay, de Carlos Solchaga, introducido por Nicolás Redondo. Y así, hasta er infinito-

Madrid.

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