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A-7, parada y fonda

Desde la Jonquera hasta Alicante, cinco millones de personas "viven" en las áreas de servicio de la autopista en los meses de verano

Entrar a España en automóvil y por la Jonquera, la frontera con Francia, no tiene ningún secreto. Los viajeros que vienen de Holanda, Alemania o Francia reconocen que hasta aquí todo va bien, muy bien. Los casi 700 kilómetros, sin embargo, que separan la Jonquera de San Juan, en Alicante, son otra historia. Es la A-7, la autopista del Mediterráneo, inaugurada en 1974 y que el año anterior registró una afluencia media de ocho millones de vehículos. En los meses de julio y agosto, esta intensidad se duplica y más de cinco millones de personas desfilan por ella.

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Todas utilizan sus áreas de servicio cual hogares móviles. Duermen, comen, se afeitan, se cambian de ropa, acuden al servicio, sacan al perro o se lavan los pies antes de comer a lo largo de las 46 áreas que hay repartidas en la A-7. Los nacionales, como se denomina a los visitantes españoles en estas áreas de esparcimiento -un catalán dijo que deberían llamarse de desaliento-, parece que ya se han acostumbrado a luchar codo a codo en la época estival para llegar a la barra y, conseguir un bocadillo o un café. Sobre todo cuando llegan los autobuses con decenas de pasajeros. A no protestar ni por las instalaciones ni por los precios. Ni por el trato que reciben de los empleados. Eso sí, cuando se les pregunta su opinión, el calificativo "lamentable" es el más suave de los que utilizan. Hay excepciones.

Inspectores de incógnito

"Es que tenemos prohibido hablar con los clientes. Hay inspectores de la empresa que visitan las áreas de servicio, de incógnito, para ver cómo van las cosas: si perdemos el tiempo, si fumamos, si vemos la tele. En fin, que si cumples con tu trabajo no pasa nada, pero si no...". El empleado de Meda's, la multinacional que tiene la concesión de 21 de estas áreas de servicio en la A-7, no quiso decir su nombre. Los camareros de estas cafeterías de autopista están enseñados a conciencia en la academia para empleados, propiedad de la empresa, en la que 60 profesores imparten cursos de gestión de tiempo y de motivación del personal, entre otros.Es ésta una firma, según reconoce su máximo responsable, Alberto Huguet, dispuesta a "darle al cliente el mejor trato posible". Meda's pertenece al grupo Accor, que en el año anterior generó un volumen de negocios en los 62 países donde está implantado de 14.000 millones de francos, unos 271.600 millones de pesetas. Tiene un total de 62.000 empleados, de los cuales 1.500 pertenecen a la plantilla de España y el resto se reparte entre los 2.500 restaurantes diseminados, como dice Huguet, "por los cinco continentes".

El cliente, ajuzgar por las opiniones recogidas, no sale en absoluto satisfecho. Ni de la atención que recibe ni de los productos que en las 21 áreas gestionadas por esta empresa se pueden consumir.

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Un matrimonio holandés que se dirigía a Oropesa, localidad costera de Castellón, estaba desolado frente al área de la Safor. Intentaban, sin éxito, acercarse a la barra de la cafetería. "Nosotros estamos acostumbrados a otro tipo de lugares en la autopista. En Francia también hay algunas áreas que ofrecen poca calidad, pero aquí, en España, es bastante malo". ¿El trato? "No sé, no sé", dice la mujer, de unos 50 años, "espero ver más cosas de este país". Porque los camareros no es que insulten al cliente -el lema de Meda's es que éste siempre tiene razón-, pero sí que es cierto que a muchos de ellos les debe parecer una traición mostrarse amables. Son lineales, iguales en el trato áspero. Eso es, al menos, lo que opina la mayoría de la gente consultada.

"No puedo estar de acuerdo con esa versión", dice Antonio Ruiz, subdirector de Meda's. "Es cierto que hay inspectores que visitan todas las áreas, pero no camuflados. Intentamos que nuestros empleados mantengan un trato correcto con el usuario y que sepan comportarse. De ahí a otras calificaciones va un abismo. Hay que tener en cuenta también que muchos de nuestros empleados son residentes en los pueblos cercanos y que nunca han trabajado. Esperamos, en el futuro, disponer de un personal más adecuado".

Culpa de los usuarios

Para Ruiz, la culpa, en parte, también la tienen los usuarios "Yo he visto gente que se mete en los servicios, llena un barreño de agua y se ducha a base de cubos. Luego, claro, no puede entrar na die después. Ésa es una circunstancia habitual", dice. "Por niu cho que reforcemos en los meses de verano la limpieza, no es posible mantener las instalaciones todo el día en condiciones".El espectáculo de ver freír un huevo a un camionero es frecuente en la A-7 durante todo el año, como en cualquier autovía europea. Pero en verano lo más habitual es encontrar otro tipo de comedores provisionales: los coches. Hay familias que llevan hasta televisores portátiles. Los más comedidos se limitan a sacar la típica mesa de playa y las sillas. También los hay que prefieren utilizar la parte delantera de su automóvil, el capó, como bandeja.

"Muchos clientes acuden a nosotros desorientados, pensando que les han robado el coche. Y lo que ocurre es que, al cruzar los puentes de la autopista que enlazan las áreas de servicio, se despistan y no se acuerdan de que han cambiado el sentido de la orientación. Se les viene el mundo encima, porque es como si les robaran la casa". Lo dice un empleado de Harmesa, otra de las concesionarias de la A-7.

Esta firma pertenece al grupo del Banco Central y lleva funcionando desde 1974. Casi 500.000 personas utilizaron en agosto de 1987 las tres instalaciones que tiene repartidas entre Castellón y Alicante, en las que trabajan 160 personas. Durante el mes de julio del presente año, la cifra se situó en 350.000 personas.

Se trata de una de las pocas áreas en las que la oferta gastronómica es lo suficientemente variada como para contentar a un buen número de viajeros. Porque, como dice uno de los encargados, "hay que pensar que todos los clientes no están dispuestos a gastar lo mismo ni disponen del mismo tiempo".

Por ello, además del servicio rápido de la cafetería y el autoservicio, tiene un restaurante a la carta especializado en carnes a la brasa. La misma fuente asegura que el éxito de estas tres áreas de servicio se debe, en parte, a la inversión constante para mejorar las instalaciones, sobre todo los servicios a los usuarios. La última que han realizado se aproxima a los 50 millones de pesetas.

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