_
_
_
_

Inocente

Miles de segovianos, miles de españoles, emitieron ayer su veredicto sobre el caso del presunto positivo de Pedro Delgado en la etapa de Villard de Lans: inocente. Nadie se acordaba ya de sustancias como la probenecida ni de anabolizantes. Todos querían proclamar a Perico campeón. Es el ganador del Tour. Es el mejor porque lo ha ido demostrando día tras día, tanto sobre la montaña como en el llano y contra el reloj.La trayectoria general de Delgado en la earrera más importante del mundo aleja toda duda: decimoquinto, sexto, segundo y primero en los años en que ha podido terminar el Tour. Y estos resultados los ha ido logrando en constante progresión, salpicada sólo por sus dos retiradas, una cuando se fracturó la clavícula y otra cuando falleció su madre.

Más información
Juan Bravo, de amarillo

También ha ganado una Vuelta a España, precisamente la única que salió a disputar de verdad. Después fue el tercero sin dar una pedalada de más porque su objetivo era otro, el Tour. Él ya habia superado esa etapa. La Vuelta quedaba para quienes no podían aspirar a empresas mayores.

Delgado comenzaba a sentir obsesión por el Tour. "Yo soy un hombre Tour", repetía. Y la última vez que lo dijo supuso todo un desafío. Porque fue capaz de no inclinarse ante las presiones de los organizadores de la Vuelta, asumir después su aparente fracaso en el Giro y volver a decir: "Yo soy un hombre Tour".

Él se había preparado este año como nunca para ganar el Tour. Pasó de la Vuelta porque quería afinar su preparación en el Giro, de fechas más cercanas a la carrera francesa. Delgado no tenía que responder ante nada ni nadie de lo que él decidiera. Ni representaba a España, ni a más intereses publicitarios que los de su casa patrocinadora. Quiso ju,gar fuerte, apostó y ganó. Así de claro.

Sudando sangre

Ahora Segovia, España entera, le idolatra. Ayer se dejó mecer por la muchedumbre. Pero había triunfado para sí mismo. Porque para ello lleva luchando años y en los últimos meses ha sudado sangre: primero, en solitario, sobre la carretera, para mejorar esa maldita contra reloj; luego, por las presiones de gente con intereses ajenos al ciclismo que se permitían decirle cómo tenía que programar la temporada, v, por último, ante la campaña que tuvo que soportar en Francia por un positivo que nunca fue tal. El Tour quiso emborronar su jersei amarillo, el que ayer, por aclamación popular, lució completamente inmaculado.

El error de Delgado fue tomar una sustancia de efecto placebo, más que nada una sugestión, que, tiempo atrás, estuvo de moda. Llegaba la montaña y la consideró necesaria. Luego, se vio tan fuerte que no volvió a sacarla de la bolsa. Y es que el ciclismo sigue siendo un deporte que, biológicamente, está a años luz de los demás.

Delgado es inocente de toda culpa y toda sospecha. Su progresión y su ambición lo conducían directamente a ser el protagonista de una gesta: ganar el Tour. Sólo le restaba serlo, como ayer, por auténtica aclamación popular.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_