Julio Delgado
Tras los pasos de su hijo en bicicleta
A Julio Delgado Nieto, padre del reciente vencedor del Tour de Francia, Pedro Delgado, no le gusta hablar de ciclismo porque cree que no tiene las bases suficientes como para discutir sobre el tema, "y de lo que no sé no debo opinar", comenta. Sindicalista, defensor de las libertades desde muy joven, a sus 60 años se ha quedado en el paro. El obligado tiempo libre de su actual situación laboral le va a permitir a partir de ahora acompañar durante más tiempo a su hijo en las competiciones deportivas.
Afable y bonachón, Julio Delgado, nacido en El Espinar (Segovia), fue conductor de transportes urbanos y de autocares, trabajó en una empresa de calefacción y su último empleo lo desempeñó como administrativo de la secretaría provincial de la Unión Sindical Obrera (USO), sindicato en el que ingresó durante la dictadura del régimen franquista. "Las dificultades económicas por las que atraviesa USO han provocado que pase a engrosar las cifras del paro", afirma Julio Delgado.El derecho a la libre sindicación desde la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) cuando apenas había cumplido los 20 años fue una de sus constantes luchas, lo que le trajo no pocos problemas y persecuciones políticas.
Persona de vida humilde, que sonríe y gesticula constantemente mientras habla en su casa, rodeado de los trofeos de su hijo, aún no ha superado la terrible soledad en la que le dejó inmerso la muerte de su esposa, Victorina Robledo, durante el desarrollo del Tour de 1986, y con la que tuvo cuatro hijos, de los que Pedro, con 28 años, es el tercero. Tan sólo el apoyo de la familia y los éxitos del reciente campeón de la ronda francesa le ayudan a continuar en la vida. Intenta pasar la jornada entretenido, para que no se le caiga la casa encima, aunque ahora apenas tiene tiempo para pensar, pues atiende al día cientos de llamadas y felicitaciones por los éxitos de Pedro.
Después de la experiencia vivida este año en el Tour, Julio mantiene categóricamente que no volverá a seguir la prueba, aunque ésta era la primera vez que acudía. "Creo que no volveré más", dice Delgado, "porque la organización del Tour me ha dejado mal sabor de boca y prefiero estar lejos".
Julio Delgado nunca ha influido para que Pedro fuera ciclista, hasta el punto de que el ahora cotizado corredor tuvo que aprender a montar en bicicleta ajena hasta que se pudo comprar una propia con el primer dinero que ganó como repartidor de un diario local. "Tampoco se lo prohibí", afirma seguro de sí mismo, "como tampoco que hiciera deporte, pues el atletismo y el baloncesto le gustaban mucho, pero me oponía a que se dedicara de lleno al ciclismo si dejaba los estudios". Tan sólo una vez Julio hizo prevalecer su razón sobre la de Pedro, cuando le insistió que, durante su etapa en el servicio militar en Canarias, no se pasara de la categoría de aficionados a la profesional. "Hizo caso de mi consejo, porque esos cambios son muy duros, y más en la mili, y acerté", asegura.
Ahora Julio Delgado sigue a su hijo y olvida su soledad acudiendo a muchas de las citas y homenajes a los que convocan a Pedro, como el que recibe hoy en el pueblo de Segovia.
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