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Una pollería y una óptica

No todo han sido fugas, huelgas, suicidios e infecciones carcelarias durante el mandato de José Manuel Blanque como director general de Instituciones Penitenciarias. Hay un teléfono en su despacho que siempre que ha sonado le ha alejado de la realidad carcelaria. "Aunque parezca mentira, este teléfono figura en la guía como el de una pollería y el de una óptica. Entonces me llaman y me preguntan que cuándo vienen por las gafas. Y yo les digo que mañana. '¿Y cuánto es?'. Pues son 40.000 pesetas. 'Eso es una barbaridad'. Pues si no las paga, no las tiene. Y se enfadan conmigo". En otras ocasiones, le preguntan que si tiene pollos o le piden diez docenas de huevos. Y no falta una anciana que se ofrece telefónicamente a limpiarle el piso, por más que él le explica que no es su hijo.Blanque cree plenamente justificado su cese: "Ya le dije a mi antecesor que tenía que irme. Es una plaza que exige que el titular tenga la absoluta confianza del ministro. La amistad y la confianza. Alguien en quien pueda delegar. La lealtad que pueda tener hacia el actual ministro de Justicia es una lealtad de partido, pero no hay una relación amistosa. Yo no conocía a Múgica hasta que llegó a este ministerio. Soy militante de Teruel, y mis relaciones con miembros de la Ejecutiva son nulas. Aquí es necesario que haya un hombre que sea amigo del ministro, no solamente conocido o miembro del partido"-

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¿Y no bastaría con ser eficaz? "Es esencial una relación de amistad", responde, "porque aquí hay momentos que se pasan muy duros, muy malos, y es necesario subir al piso de arriba y recibir el abrazo, el apretón de manos o el golpe en la espalda que te da un amigo que te oye y da ánimos. Eso lo hace un arnigo".

A su sucesor, Antoni Asunción, le da un único consejo: "Que trabaje".

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