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Mes y medio de 'okupación'

Una vieja fábrica de bombillas, convertida en centro cultural alternativo

Amelia Castilla

La vieja fábrica de Metal-Mazda situada el borde de la M-30, junto al puente de Vallecas, se ha convertido, mes y medio después de ser ocupada por un grupo de squatters, en un centro cultural alternativo. El viejo edificio, de tres plantas, ha sido limpiado de escombros y las naves reconvertidas en salas de estar, bar, almacén y dormitorios. Al menos una vez a la semana se realizan konziertos y en los últimos días se ha exhibido una exposición de fotografías.

La policía que vigilaba constantemente las inmediaciones de la fábrica se ha marchado y la fachada se ha llenado de pintadas, alusivas en muchos casos al movimiento de okupantes y contrarias al consumo de heroína. En los graffitis exteriores se pueden leer consignas como "si no te dan el futuro jódeles el presente", "cerdos burgueses ya os queda poco para morir" y " suicídate, pero no salpiques"; esta última misiva aparece acompañada de un dibujo en el que se ve a un joven con una jeringuilla clavada en la sien.Una de las naves de la planta baja se utiliza como sala de exposiciones. En las paredes, además de pegatinas y panfletos, se exhibe una exposición de fotografías en blanco y negro de las ocupaciones de pisos en Hamburgo (Alemania).

La mañana del pasado jueves un grupo de squatters desayunaba en el patio de la fábrica, sentados en torno a una mesa alargada de madera. El menú era café, ensalada de zanahorias y beacon servidas en el bareto (bar) instalado en el local. Junto a ellos jugueteaban varios perros y gatos.

Los okupantes no quieren hacer ningún tipo de declaraciones a la prensa por miedo a ser utilizados.

La fábrica se encuentra en el número 13 de la calle de Arregui y Aruej y los squatters pretenden que las autoridades municipales les cedan las instalaciones. Desde que se inició el movimiento de los okupantes (hace unos dos años), el grupo ha llevado a cabo largas e infructuosas negociaciones con el Ayuntamiento de Madrid para conseguir que se les ceda un local en el que poder instalar un centro cultural alternativo.

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