La conferencia de la Comunión Anglicana se inicia hoy bajo la amenaza de escisión
La Comunión Anglicana, el agrupamiento de las iglesias que siguen la doctrina anglicana, inicia hoy en Canterbury su duodécima conferencia bajo la amenaza de la escisión. El conflicto entre los obispos estriba en la pertinencia de aceptar mujeres en el episcopado anglicano.
El líder de esta confesión, el arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, insistió ayer en que no puede ordenar que la Iglesia adopte una determinada posición en este punto.Alrededor de 500 obispos anglicanos procedentes de 27 provincias de todo el mundo asistieron ayer a la eucaristía celebrada por Runcie en la catedral de Canterbury, prolegómeno de la conferencia que durante tres semanas va a pasar revista al estado del anglicanismo y a establecer directrices generales de actuación eclesial.
El primado de la Iglesia de Inglaterra, líder no ejecutivo de la Comunión Anglicana, pidió a los asistentes a la ceremonia que no se afligieran ante los problemas que han de abordar, sin entrar en detalles. En la mente de los obipos, de los fieles presentes en Canterbury y de quienes siguieron la ceremonia por televisión, las palabras de Runcie llevaron inmediatamente a pensar en la ordenación de mujeres como obispos, principal amenaza a la integridad de la Comunión Anglicana.
Diversidad
El anglicanismo está estructurado como una laxa federación de iglesias nacionales independientes sin una autoridad única. Cada 10 años, los obispos anglicanos se reúnen en la llamada Conferencia de Lambeth, de la que la actual es la duodécima, que actúa como una asamblea consultiva. Los difícilmente con geniables intereses e ideas de la distintas iglesias -desde la avanzada Iglesia episcopaliana de EE UU a la que aún combate vestigios tribales en el Indico son discutidos con ánimo con sensual pero sin carácter impositivo.
La conflictiva cuestión del acceso de la mujer al clero anglicano fue abordada por la anterior conferencia, que concluyó que no tenía autoridad para decidir sobre el asunto. La Iglesia de Inglaterra decidió hace unos días, no sin fuerte polémica, iniciar el proceso que ha de culminar en la ordenación de una mujer como pastor. La Iglesia episcopaliana, una iglesia cuantitativamente menor en el conjunto anglicano pero muy influyente pasó ya hace años ese trago, y ahora está a punto de ordenar a Barbara Harris como la primer obispo de la confesión.
La Comunión Anglicana está profundamente dividida sobre este punto, y el riesgo de ruptura es alto. De hecho, el obispo Edmond Browning, que actúa como presidente de los episcopalianos, había pedido a sus seguidores que no nombrasen obispo a ninguna mujer antes de la reunión de Canterbury para evitar dañar la unidad anglicana.
Los obispos de Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda se encuentran en la vanguardia de los que reclaman el cambio, y durante las próximas semanas han de hacer frente a los tradicionalistas, a quienes tal posibilidad repugna hasta el extremo de que, llegado el caso, considerarían ilegítima la presencia de la nueva prelado en el seno del anglicanismo y se negarían reconocer las eventuales ordenaciones que pu diera realizar. Ello supondría una escisión y el fin de la conferencia como entidad de agrupamiento del anglicanismo. Runcie intentará evitar la crisis, pero ya ha apuntado que quizá en el futuro las reuniones de los anglicanos habrán de ser menores y formadas con iglesias más afines.
La Iglesia católica, que lleva más de 20 años de negociaciones con la Iglesia de Inglaterra con la mirada puesta en una eventual unidad, sigue estrechamente la evolución de este contencioso.
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