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EUROCOPA 88

Michels se desquitó 14 años después

J. M. SIRVENT ENVIADO ESPECIAL La inteligencia, por fin, le pudo a la fuerza bruta. Holanda, la selección que practica el fútbol más vistoso y generoso de esta Eurocopa, se clasificó para la final tras vencer a la RFA, la gran favorita. La victoria holandesa, conseguida en los últimos minutos, fue el premio a un juego que aún dista mucho del realizado por aquella naranja mecánica que asombró en los años setenta, pero que reúne las virtudes esenciales de un deporte en el que cada día imperan más la agresividad y la destrucción.

Como se esperaba, el encuentro fue duro y áspero. Beckenbauer, el técnico de la RFA, intentó sorprender a Michels, su colega de Holanda, en el último instante al decidir el cambio de Littbarski por Mill con el fin de lograr mayor capacidad ofensiva. Pero la exclusión de Littbarski por unas supuestas molestias estomacales -había realizado el calentamiento sin problemas y acabó jugandono le sirvió de nada.

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Holanda controló el partido durante el primer tiempo con un fútbol fácil, alegre y vistoso que entusiasmó a sus seguidores y cerró la boca a los alemanes. Ronald Koeman, con sus largos desplazamientos del balón, fue el que catapultó a sus compañeros hacia Immel. En las inmediaciones del guardameta se encontraban Van Basten, marcado por Kohler, y Gullít, perseguido por uno de los futuribles del Barcelona, Borowka. Pero los dos jugadores del Milán fueron incapaces de marcar porque no se apoyaron mutuamente. Van Basten tenía que luchar en solitario, pues Gullit se perdió por zonas intransitables.

Esa falta de coordinación en las acciones ofensivas de Holanda salvó a la RFA, que sólo inquietó a Van Breukelen en acciones esporádicas de contraataque o en errores defensivos del rival, endeble en esa zona. Ésa era la gran preocupación. de Michels. De ahí, su táctica conservadora al utilizar sólo un delantero nato.

A pesar de la falta de valentía de Michels, criticada incluso por algunos de sus jugadores, la RFA se fue al vestuario con el sabor amargo de saberse inferior y la pérdida de su defensa libre, Herget, circunstancia que obligó a Beekenbauer a situar a situar en esa posición.

La RFA regresó al terreno sólo con la fuerza mental de sentirse capacitada para vencer. Una cualidad apreciable pero insuficiente. Enfrente tenía a un equipo en formación, que jugaba a su aire y no se sentía impresionado por los golpes que recibía ante la pasividad arbitral.

Después de los penaltis, el segundo muy bien provocado por Van Basten, la RFA buscó deliberadamente la prórroga, consciente de su superioridad flisica. Se encerró en su área y esperó a que transcurrieran los minutos, pero la inteligencia de Van Basten le cerró las puertas. Fue la venganza de Michels, que ha tenido que esperar 14 años para pasar factura por la final perdida en el Mundial 74.

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