Final de la trilogía de Corti

Quien haya estado atento a Cineclub estos dos últimos lunes ya no necesitará recomendaciones del crítico, ese elitista de las narices, empeñado siempre en la defensa del blanco y negro, el cinemascope y las versiones originales, amén de otras originalidades, y atenderá fielmente a la tercera parte de la trilogía de Viena de Axel Corti; quien no, puede seguir viendo concursos y atentados al arte en nombre de Hitchcock.Bienvenidos a Viena es el título de ese segmento terminal de la iniciativa magna que se sacó de la manga el señor Corti, un nombre ya a valorar, y a valorar positivamente, cuando se repase el cine europeo de los ochenta.

El filme Bienvenidos a Viena es también la película que tardíamente dio a conocer internacionalmente, gracias al festival de Cannes de 1986, a Corti y su trilogía.

El filme reencuentra el personaje de Alfred Wolff -Freddy para los amigos-, ya de vuelta a su Austria natal tras su exilio americano. Ahora lo suyo es un reexilio, él es un extraño en su propia tierra. Nada es igual a cuando la abandonó. La ciudad que él soñaba se ha transformado en un enorme montón de ruinas. La misma sensación de extrañeza, la misma necesidad de sobrevivir en un medio hostil, pese a que ese medio, un medio que da miedo, sea la patria querida y se ostente un uniforme que ha sido símbolo, y todavía lo es, de una lucha por la libertad.

Para el protagonista la guerra ha terminado, pero pronto volverá a brotar un neonazismo que necesariamente ha de borrar en el horizonte cualquier atisbo de esperanza.

Axel Corti sigue retratando una realidad histórica sin concesión alguna al melodrama ni al efectismo, sólo subrayando el estado de una conciencia anómala que durante años azotó a las gentes y aún hoy las carcome desde su propia cúspide, desde el actual presidente austriaco, Kurt Waldheim.

Bienvenidos a Viena se emite hoy por TVE a las 21.20.