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El equipo de Hernández Mancha asume una postura de fuerza para seguir en la cúpula

Los máximos dirigentes de Alianza Popular, con Antonio Hernández Mancha a la cabeza, han asumido una actitud de fuerza para revalidar su mandato al frente del partido en el próximo congreso nacional frente a las pretensiones de quienes reclaman una renovación en los puestos de mayor responsabilidad e incluso en el liderazgo. La cúpula de AP está dispuesta inicialmente a proponer la reelección de casi todos los componentes del equipo dirigente y de ceñir las innovaciones a la incorporación de algunas personas que integraron o simpatizaron con la candidatura que encabezó en el anterior congreso Miguel Herrero.

"Si en la pasada convención del partido Antonio Hernández Mancha hizo ya una integración, es previsible que lleve una oferta de estas características al próximo congreso. Una oferta en la que no influya dónde estaba cada cuál en el congreso en el que se confrontaron las candidaturas de Hernández Mancha y Miguel Herrero", ha manifestado el vicepresidente nacional Alberto Ruiz Gallardón.Este dirigente aliancista considera conveniente la presentación a las bases del partido de una única propuesta de ejecutiva nacional, y se declara absoluto partidario de que esté "encabezada por Hernández Mancha", aunque no le parece catastrófico el enfrentamiento de dos candidaturas. Ruiz Gallardón señala que la propia gestión de Abel Matutes como comisario de la CE le hace acreedor a su reelección para un nuevo mandato. Si desea continuar en Bruselas como comisario, Abel Matutes tendrá el pleno apoyo de AP".

Matutes ha advertido que no hará públicos sus planes definitivos -es decir, si se inclina o no por promover su candidatura para la presidencia de AP- hasta que haya pasado el verano; pero su conversación prevista para mañana con Hernández Mancha en Madrid contribuirá sin duda a aclarar si las perspectivas son de entendimiento o de enfrentamiento.

El resultado de estas y otras consultas tendrá presumiblemente su primer reflejo en la elección de los responsables de las ponencias que debatirá el congreso aliancista. Éstos serán designados en una reunión de la junta directiva nacional, antes de finales de julio, que convocará oficialmente el congreso.

Alianza Popular tiene pendiente un debate político profundo desde febrero de 1986, ya que el congreso extraordinario celebrado un año después estuvo dedicado exclusivamente a elegir al sucesor de Manuel Fraga. Aunque existe un encargo expreso de la convención nacional para que una comisión "hornogeneice" el discurso político del partido, la reciente renuncia de su principal responsable, Alfonso Osorio, y la proximidad del congreso, previsto para enero, auguran que la clarificación no llegará hasta dentro de seis meses.

Miguel Renedo, encargado de la tarea encomendada antes a Osorio, considera que "existe un proceso general de desideologización que hay que asumir, en el sentido de limar los perfiles que puedan resultar más chocantes para una mayoría de españoles. Hoy nadie vende una escoba defendiendo el liberalismo manchesteriano. De lo que hay que hablar es de soluciones para la sanidad o las carreteras, y defender la moralidad pública frente a una corrupción y nepotismo como no ha habido en el pasado", sentencia.

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Tanto Renedo como el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Juan Ramón Calero, juzgan que AP goza de un "perfil ideológico bastante nítido". "Si nos presentáramos diciendo que somos un partido de centro no se lo creería nadie, aparte de que yo me daría de baja", advierte Calero. "Cualquier maniobra que oscurezca nuestro pensamiento para atraer a otros sectores del electorado, "sería mala a medio plazo. Ganaríamos por el centro, pero perderíamos el doble por la derecha. La coherencia es un bagaje fundamental".

El portavoz parlamentario afirma que le parece Incomprensible que AP tenga malas relaciones con la patronal CEOE. Nuestras relaciones", precisa, "no tienen. que ser conyugales, pero sí de amistad sincera".

Alfonso Osorio, molesto con las reacciones que provocó su afirmación de que los líderes políticos en España son Felipe González y Adolfo Suárez e incómodo por las dificultades para imponer en AP "un mensaje más liberal en cuanto a comportamientos humanos y más progresista en los aspectos socio-económicos", no formará parte de ninguna candidatura y no participará en las tareas congresuales. Destacado valedor de Hernández Mancha cuando éste pugnó por la presidencia de AP, es muy probable que no se presente a la reelección como diputado.

El candidato a la presidencia del Gobierno

Destacados miembros de la ejecutiva nacional de Alianza Popular son partidarios de que si Antonio Hernández Mancha resulta reelegido líder del partido, como esperan, sea también el candidato de AP a la presidencia del Gobierno en las elecciones legislativas previstas para 1990. Persuadidos de que es prácticamente imposible un acuerdo preelectoral con los partidos nacionalistas y regionalistas, y descartada desde esa perspectiva la necesidad de buscar un candidato de consenso, sostienen que nadie mejor que el presidente nacional del partido para pugnar con Felipe González.Si bien Antonio Hernández Mancha matizó en su última conferencia de prensa que no excluye que sea otra persona el candidato a presidente del Gobierno -aunque él sea reelegido como presidente de AP-, sus colaboradores afirman que este comentario "no refleja una decisión del partido".

En todo caso, tanto en la cúpula de la organización como del grupo parlamentario comienzan a oírse voces que reclaman "flexibilidad" en la elaboración de las candidaturas electorales y de los programas para facilitar un entendimiento postelectoral con los grupos políticos afines.

Si ante las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán dentro de un año no se produce un amplio acuerdo con otras fuerzas políticas relevantes, Fernando Suárez encabezará la candidatura de Alianza Popular, según anuncian los propios dirigentes aliancistas. Hernández Mancha ha mantenido varias conversaciones reservadas con Marcelino Oreja, secretario general del Consejo de Europa, sin que hasta el momento se hayan traducido en un acuerdo político.

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