_
_
_
_
EN BUSCA DEL PACTO

Los últimos estertores de la prepotencia política

Los electores franceses humillan a sus dirigentes

La prepotencia política agoniza en Francia. Así lo han decidido 38 millones de ciudadanos votantes -acudiendo a las urnas o durmiendo la siesta el 30%- en los cuatro escrutinios que comenzaron el 24 de abril con la primera ronda presidencial. Son los mismos franceses que hace siete años piropearon a François Mitterrand con el regalo supremo de la presidencia de la República. Fue cuando el llamado De Gaulle de izquierdas se atrevió a formular una de las más estruendosas bobadas de su medio siglo en la arena pública. " a sociedad civil es igual a la sociedad política en Francia", dijo.

Más información
Una ahijada de Le Pen, única voz ultraderechista en el Parlamento

Mitterrand creyó o quiso hacer creer en aquellos momentos que, para siempre, Francia ya no podía ser más que de la izquierda que iba a "romper con el capitalismo". El mismo Mitterrand, siete años después, tras la zurra propinada por sus conciudadanos a todo el plantel político del país en las cuatro votaciones sucesivos de las semanas pasadas, se prepara para dialogar humildemente con los denominados centristas y así intentar formar una mayoría parlamentaria para realizar la labor máxima de la que son partidarias todas las formaciones políticas del país, menos la comunista: prepararse para el reto europeo de 1993.La prepotencia política más insolente ha sido una constante de la V República. Su primera versión la encarnó el llamado Estado-UNR, que fue el gaullismo de la década dorada de los años sesenta. La continuación corrió a cargo del malogrado presidente (muerto de cáncer óseo) Georges Pompidou. Vino después la prepotencia del Estado giscardiano, centrada más en su familia que en su reducido Partido Republicano. En 1981, la prepotencia se llamó Estado-PS o mitterrandismo; fue cuando uno de sus exegetas, hoy ministro, Paul Quilez, llegó a vocear "hay que cortar cabezas". Por fin, durante los dos últimos años de cohabitación, Francia padeció el Estado-RPR o chiraquista.

Tras la victoria tirando a triunfa¡ de Mitterrand en las recientes presidenciales, al hombre reelegido por su talante de "sabio y sensato patriarca" no se le ocurrió cosa mejor que provocar unas elecciones legislativas para conseguir la mayoría en la Asamblea. Y, con ello, practicar a su gusto la "apertura" y la "unión de los franceses", que fueron los lemas determinantes de su campaña electoral.

Los franceses, temiendo otra nueva edición de la prepotencia que suelen dar las mayorías aplastantes a los comilones de la política, han dicho no. El poder legislativo ha sido repartido equitativamente entre las dos grandes alianzas que pueden gobernar el país; nadie tiene la mayoría absoluta necesaria. Y, desde anteanoche, este país es como que inventó el premio Nobel de Literatura Samuel Beckett cuando se hizo célebre con su obra maestra Esperando a Godot. Godot se supone que es un dios que, en la obra, nunca llega, por mucho que se le espera. Francia está . esperando a Mitterrand" porque sólo él puede decidir, como prometió, en qué consiste la apertura y cuándo la va a fabricar.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Lo que hará Mitterrand nadie lo sabe con certeza. Lo que si parece evidente es lo que no puede hacer tras las provechosas experiencias de su primer septenato: ni aliarse con los comunistas ni con el partido neogaullista; ninguno de los dos lo desean tampoco. Le queda el centro y los liberales de Valéry Giscard d'Estaing, que ha reiniciado la reconquista del Elíseo.

Nada hasta septiembre

El domingo 12, por primera vez en su historia, el Centro Demócrata y Social (CDS) consiguió un número sustancial de diputados (58), más que suficiente para formar una mayoría absoluta con los socialistas. Todos sus líderes, empezando por el más conocido, el ex primer ministro Raymond Barre, se han convertido en una modelo de moderación, como los socialistas por su parte. Según informaciones provenientes del Gobierno de Rocard, el planteamiento de la apertura sería el siguiente, de acuerdo con los deseos de Mitterrand: hasta las vacaciones de verano no habrá debate parlamentario que comprometa al Gobierno minoritario actual. En septiembre se celebrarán las elecciones cantonales, en las que votará la mitad de Francia, y en este momento comenzaría la creación sobre el terreno de alianzas socialistas / centristas que se extrapolarían semanas más tarde al plano nacional gubernamental.El centrismo actual en Francia no tiene mucho que ver con su origen democristiano tras la II Guerra Mundial, cuando se llamó Movimiento de los Republicanos de Progreso (MRP). Ya entonces se alió con la SFIO, partido socialista de dicha época. Luego se diluyó hasta que en 1965 Jean Lecanuet lo sacó del olvido con su 15% de votos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_