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RELIGIÓN

Preocupación entre los obispos suizos por una posible ruptura unilateral de Lefebvre con el Vaticano

Juan Arias

El arzobispo integrista Marcel Lefebvre, fundador de la Hermandad Sacerdotal de San Pío X, ha roto unilateralmente, al parecer, las conversaciones que mantenía con el Vaticano, según fuentes de la Conferencia Episcopal suiza. El anuncio fue hecho, según dichas fuentes, por el mismo portavoz de la Conferencia Episcopal suiza, Ronald Traufer, tras una reunión de todos los obispos de aquel país. En el comunicado en que se revela la decisión de Lefebvre, se habla de la "grave aprensión entre los obispos frente a la situacion que se ha creado", y se añade que ahora "se van a plantear importantes problemas jurídicos y pastorales".El secretario de la Conferencia Episcopal suiza, el obispo de Lugano, Enri Schwery, ha llegado a asegurar que ahora podría precipitarse la situación "hacia el cisma". En el Vaticano, nadie quiso hacer declaraciones anoche. Un cardenal italiano cercano a las posiciones de Lefebvre afirmó: "Ahora sí tengo miedo de que todo se vaya al traste".

La sensación es que la Santa Sede ha hecho más de lo que muchos obispos hubiesen deseado con tal de evitar un cisma. El Papa había pedido incluso al cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del ex Santo Oficio, que hiciera todo lo posible para no romper el diálogo con el arzobispo.

A primeros del pasado mes de mayo pasado, se aseguró que Lefebvre y la Santa Sede habían firmado la paz, y se esperaba que Juan Pablo II recibiera inminentemente al arzobispo no sólo para hacer las paces, sino para levantarle la suspensión a divinis que le impuso Pablo VI.

Pero Lefebvre quería consagrar a toda costa antes del próximo día 29 por lo menos a un obispo que fuese su sucesor al frente de la hermandad. Ello habría supuesto la apertura del cisma. Por eso el Papa llegó a concederle, en el marco de las negociaciones para la aprobacion jurídica de la Hermandad, la posibilidad de que se consagrara a un obispo destinado a su comunidad. Se hablé incluso de la posibilidad de que Lefebvre pudiera presentar una terna de nombres para que Juan Pablo II escogiera uno.

Sin embargo, hace unas semanas llegaron a Roma, para encontrarse con el cardenal Ratzinger y discutir la cuestión, los representantes de las conferencias episcopales directamente relacionadas en el problema, sobre todo las de Suiza, Francia y España. Los obispos se opusieron a que fuera Lefebvre, y no el Papa, el que consagrase a un obispo. No podían aceptar que se usara una liturgia no conciliar para consagrar, a los 25 años de la muerte de Juan XXIII, un obispo anticonciliar o, por lo menos, supertradicionalista, como son todos los sacerdotes de Lefebvre posibles candidatos a obispo.

Después se supo que Lefebvre estuvo en secreto en Roma y trascendió que no estaba dispuesto a ceder ni un milímetro más. Probablemente, las conferencias episcopales relacionadas con Lefebvre y su obra han presentado a Ratzinger y al Papa algunos puntos firmes en los que no están dispuestos a transigir. Parece ser que Lefebvre no los ha aceptado, y ha roto el diálogo con el Vaticano.

La Santa Sede teme, más que a Lefebvre, a sus herederos, al parecer más intransigentes y menos dúctiles que él. De ahí las prisas del Papa, dada la avanzada edad del arzobispo, por resolver jurídicamente el problema antes del fallecimiento de Lefebvre. Sobre el Vaticano pesa el hecho de que la Hermandad cuenta hoy con 187 sacerdotes, 360 seminaristas, 102 religiosos, cuatro seminarios y 70 casas en todo el mundo.

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