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Los madrileños recordaron a Enrique Tierno en la fiesta de San Isidro

Los madrileños acudieron masivamente a los tres escenarios en los que ayer se concentró la fiesta de] santo patrono, san Isidro: el parque Enrique Tierno Galván, la pradera y la ermita del santo y la Casa de Campo. Algunos incluso pasaron de uno a otro dispuestos a recordar al viejo profesor en la inauguración de la estatua levantada en su memoria, beber el agua de la ermita y bailar un chotis "bien agarrao" en El Robledal. Tras varios días inestables, las fiestas se celebraron bajo un fuerte calor, quizá como respuesta del santo al cáliz, el copón y la patena que el Ayuntamiento regaló para su ermita.

La figura de Tierno recibió ayer dos homenajes: uno oficial, en el que Encarnita Pérez Relaño, viuda del que fuera alcalde de Marid, y su hijo se mostraron emocionados; y otro popular, celebrado a continuación.Juan Barranco, alcalde de Madrid, no escatimó en su discurso ningún elogio a Enrique Tierno, cuya figura en bronce, de 2,5 metros de altura, fue recibida con fuertes aplausos cuando Encarnita Pérez y Barranco tiraron de los cordones para descubrir el monumento.

"El mejor alcalde que ha tenido Madrid", "persona que supo ganarse el afecto y la estima de todos los vecinos sin distinción", "hombre sin dogmatismos y autoritarismos" y "maestro en pedagogía que dio lecciones en su actitud y en su vida particular de urbanidad, civismo y solidaridad" fueron algunos de los calificativos utilizados. "Si las ciudades tienen un alma, nadie como Enrique Tierno ha sabido representar el alma de Madrid", afirmó el alcalde, mientras Encarnita intentaba que no cayera la lágrima que asomaba en sus ojos.

"Tierno temía la conversión de Madrid en una ciudad sin carácter, pues consideraba que todas las ciudades europeas, a medida que aumentaban en volúmen, perdían su personalidad. Concebía la ciudad como un espacio humano y razonable. Hoy el pueblo de Madrid levanta este monumento al que fue y será el alma, espíritu e inteligencia de esta ciudad". Para terminar, Barranco afirmó: "Tierno es uno de los hombres más grandes que ha dado la historia contemporánea de España".

Alcaldes invitados

Las palabras de Barranco fueron acogidas con aplausos de los asistentes, entre los que se encontraban José Barrionuevo, único ministro presente; Joaquín Leguina, presidente regional; Ana Tutor, delegada del Gobierno en Madrid, Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid; Enrique Barón, eurodiputado socialista, Alberto Ruiz Gallardón, vicepresidente nacional de Alianza Popular y una amplia reprentación de la Corporación madrileña, además de los alcaldes de Pamplona, Santiago de Compostela, Ceuta, Jaén, Lisboa y Nuakchott y varios representantes de Moscú y Kuwait, todos ellos invitados por el Ayuntamiento.

La Federación de Asociaciones (le Vecinos hizo público un comunicado, recogido por Europa Press, en el que se protesta por no haber podido participar en el acto y se afirma que "el equipo de gobierno, con su alcalde al frente, ha convertido lo que debería ser un homenaje de los madrileños a su más querido alcalde en un acto puramente institucional y partidista".

Acabado el acto, se retiraron las vallas y los centenares de personas -muchas de ellas con banderolas del PSOE- que habían permanecido como espectadores se acercaron a la estatua realizada por el escultor Francisco López, en cuyo pie consta que ha sido erigida por suscripción popular. Algunos de los presentes improvisaron un baile y otros colocaron en las manos de bronce claveles rojos mientras una mujer leía un poema en recuerdo del viejo profesor.

Los asistentes se trasladaron, a continuación, a otro punto del parque para inaugurar la llamada plaza de la Paz. Juan Barranco y la viuda de Tierno soltaron una paloma, y el alcalde prendió fuego a la solución de alcohol con la que se había llenado una de las figuras simbólicas del conjunto.

Si los concejales de la oposición declinaron la invitación a recorrer en calesa el trayecto entre el parque y la ermita de San Isidro e hicieron el recorrido por sus medios, los concejales del PSOE, junto a los invitados municipales españoles y extranjeros, ocuparon los 17 coches de caballos dispuestos e iniciaron un viaje de más de hora y media de duración hasta la pradera.

Visita por tandas

Ésta, como todos los años, había dividido su terreno entre la zona religiosa y la ocupada por tenderetes dedicados a la venta de cerámica, rosquillas tontas y listas, bastones, gorras y otros objetos verbeneros.

La zona situada en torno a la ermita era la que mayor densidad humana pesentaba, pues, además de la misa, celebrada por el obispo auxiliar de Madrid, Francisco Golfín, a la que asistieron unas 8.000 personas, las largas colas para besar la reliquia del santo y beber el agua de la fuente se mantuvieron todo el día.

Manuel González, capellán de la ermita, alternó sus ocupaciones religiosas con su papel de acompañante de los grupos de concejales que, a diferencia de años anteriores, visitaron la ermita este año por tandas.

Otra diferencia con respecto al año pasado fue la disminución de los gritos de ánimo y apoyo al equipo de gobierno a su llegada a la ermita. El alcalde entregó un cáliz, un copón y una patena al capellán de la ermita, plantó un olivo en el jardín de la ermita -el año pasado fue un ciprés y el anterior un madroño- y cumplió con la tradición de beber el agua de la fuente.

La Federación de Asociaciones de Vecinos celebró también la festividad con una romería en las zonas de la Casa de Campo conocidas como El Robledal y el Pinar de las Siete Hermanas. La celebración en la Casa de Campo comenzó con un trofeo ciclista y diversas actuaciones de grupos regionales. Los niños pudieron disfrutar con charangas, pasacalles y teatro infantil y los mayores bailar con las orquestas invitadas antes de que los fuegos artificiales pusieran fin a las fiestas mayores de la capital.

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