El Barcelona forzó el quinto partido ante el Joventut
, El buen aficionado agradecerá un quinto enfrentamiento entre estos dos rivales. El Real Madrid, también. Ahora se entiende por qué el Madrid se desentendió de un emparejamiento tan desgastador como éste. El conjunto de Lolo Sainz lleva ya tres días preparando la final, mientras que el Joventut y el Barcelona queman, poco a poco, sus energías en intentar llegar a esa cita. El que gane el jueves, en el Palau Blaugrana, estará en la final, pero tendrá que recuperarse en 48 horas, física y psicológicamente, para el primer partido y en otras tantas jugará el segundo.
Una de las conclusiones que pueden sacarse de este primer gran duelo al límite de los cinco encuentros es que los jugadores conceden más importancia al factor recuperación que al factor campo propio, como se demuestra con el hecho de que el que vence en uno no es capaz de repetir el éxito en tan sólo 48 horas. Además, parece que la ventaja de actuar en pista propia se minimiza ante el ritmo que adquiere la competición.
Los aficionados del Joventut se quedaron de nuevo con la miel en los labios. Por dos veces vieron cómo su equipo rozaba el cielo con ventajas de nueve y 12 puntos, pero por enésima vez en su historia reciente se fueron a casa con el convencimiento de que los suyos son el mejor complemento para un buen espectáculo, pero no parecen elegidos para la gloria.
El Joventut empezó con planteamientos similares a los anteriores y a los dos minutos ganaba 9-0. Era muy pronto para creer en la victoria. Una canasta anotada de nueve intentos obligaba a Aíto García Reneses a pedir un tiempo muerto. Los dos equipos jugaban sin pensar en los pivots, con lanzamientos exteriores, y, de momento, la puntería era del Joventut.
La presión verdinegra no parecía molestar demasiado al Barcelona, pero los de Aíto no ligaban su primer contraataque hasta el minutoo 11. Cuando los barcelonistas equilibraron la contienda, pasaron de la defensa individual a una zona 3-2 con Jiménez en el centro de la primera línea, pero la rompió Margall con dos triples. Las diferencias eran escasas, pero siempre estaba delante el Joventut. Estaba delante y estaba nervioso, como quedó demostrado en la bronca de Margall a Montero tras una de tantas alocadas acciones del escolta. Los gritos de Julbé, demostrando que quien más chilla es el entrenador, acabaron con la disputa. Pero luego continué.
Un último estirón verdinegro dejó el primer período en 42-35 tras perder el Barcelona con 3332 una bola para adelantarse. El descanso pareció una panacea para los azulgrana, que lograron un 0-6 en los dos primeros minutos. En las gradas se palpaba el desastre, pero del 42-41 se pasó, en tres minutos, al 55-43. La Penya tocó el cielo, lo tuvo en sus manos. Pero el campeón no estaba dispuesto a ser destronado.
Aíto y los suyos lo probaron todo: dos bases, Costa y Solozábal, asfixiando y presionando hasta el límite del reglamento; la vuelta a la defensa individual; Trumbo, como hombre clave bajo los tableros; los triples de Epi; las entradas de Solozábal y, sobre todo, una defensa agresiva
Por fin, todo esto y las faltas personales del Joventut dieron la vuelta al marcador. Cuando el Barcelona se adelantó, Aíto tuvo un toque de genialidad y sentó por unos instantes a sus hombres más acertados, Norris y Epi. Fue el descanso antes del ataque final. Poco a poco, las faltas personales mermaron la capacidad defensiva del Joventut, que, además, falló en los momentos claves cinco de seis opciones de tiros libres. Todo ello llevó al Barcelona a la que sería su máxima diferencia en el partido, 72-78, a tres minutos de la conclusión. En esta ocasión, los minutos finales no decidieron nada.
Aíto contestó de forma contundente a Julbe, que, tras el segundo partido del Palau, dijo que el Barcelona practica un juego de desgaste y marrullerías con la única intención de llenar de personales a los verdinegros: "Nosotros mantenemos un línea siempre igual, ganemos o perdamos. No hacemos declaraciones especiales en ningún sentido".
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