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Al fin, en el 'Guinness'

Seis bailarines superaron la marca mundial de resistencia en Martos

Las seis personas que desde el 16 de abril bailan en una discoteca de Martos (Jaén) lograron la noche del jueves superar la marca mundial de resistencia, establecida en 375 horas por un canadiense durante el otoño de 1985. La hazaña fue celebrada con himnos, banderas, lágrimas, besos de las reinas de la belleza, discursos y lanzamientos indiscriminados de porciones de tarta. A mediodía de ayer, los concursantes, con edades comprendidas entre 17 y 41 años, continuaban agitándose en la pista sin mostrar síntomas de vencimiento.

Cientos de personas se amontonaban en el interior de la discoteca -a 1.000 pesetas la entrada para asistir a la proclamación de los nuevos plusmarquistas de baile.Allí estaban vecinos de Martos, familiares de los concursantes, curiosos venidos de pueblos limítrofes, cámaras de vídeos comunitarios de la provincia y una representación oficial del pueblo, presidida por su alcalde, Antonio Villargordo. La discoteca fue decorada con banderas. A las 21.35 horas el jurado proclamó a los nuevos campeones ante el clamor general y los llantos emocionados de los allegados a la organización.Los pinchadiscos pusieron por segunda vez el himno nacional y el de Andalucía. Los habían puesto por primera vez cuando se rebasó la marca europea de 172 horas, en poder de Félix Padilla, de 41 años, empleado en una plataforma de petróleo en el mar del Norte. Félix es el mayor de los seis bailarines que ahora han aventajado la marca mundial que consta en el libro Guinnes de los récords. El resto de los concursantes son: Félix Luque, de 19 años, el único natural de Martos; los hermanos Daniel y Juan Manuel Serrano, de 17 y 19 años, respectivamente, y José Cabrera y Manuel González, de 29 y 22 años.

Gitanos expulsados

Tras los aplausos prolongados, el primer teniente de alcalde de Martos, Miguel Pérez Luque, tomó el micrófono de la cabina del pinchadiscos y admitió que al principio el ayuntamiento había recelado del concurso, pero que a medida que continuaba el baile lo habían "tomado en consideración".Ayer, el alcalde aclaraba que el certamen iba a servir para que Martos fuera reconocida por algo más festivo que por los 'lamentables sucesos ocurridos en agosto de l986", en los que más de 30 familias gitanas fueron expulsadas con violencia del pueblo.

Villargordo llegó a la discoteca hacia las diez de la noche. El alcalde felicitó uno por uno a los concursantes y se comprometió a homenajearlos en reconocimiento del pueblo. Para ese momento, la fiesta de celebración llegó a su culmen. Un pastelero apareció con una monumental tarta de 12 kilos de peso, que los bailarines lanzaron a puñados a la multitud. Merengue, sudor y lágrimas se mezclaban en los rostros del público más cercano a la pista. Entre tanto, los concursantes dedicaron a la ducha la media hora de descanso a que tienen derecho cada seis horas de baile. La fiesta continuó hasta pasada la medianoche.

Los médicos que cuidan a los concursantes certificaron su buena forma física. Cualquier espectador que haya acudido periódicamente a la discoteca de Martos ha podido comprobar que el cansancio no ha hecho mella visible en los bailarines y que de una semana a otra incluso presentaban mejor aspecto. Los concursantes no toman medicamentos y descansan cinco minutos cada hora; media hora cada seis, y duermen durante dos horas cada día.

Los premios que se llevarán los bailarines aún son una incógnita, ya que a medida que transcurren las horas las casas comerciales pueden establecer más regalos. De momento hay un viaje, dinero, una motocicleta y un vehículo de segunda mano, además del agradecimiento de un pueblo cuyo nombre se emparejaba por muchos hasta ayer con la ignominia.

Al mediodía de ayer, los bailarines seguían impertérritos su monótona sucesión de movimientos, según el ritmo que impone el propio cansancio, ajenos al de la música cambiante, pero sin mostrar síntomas alarmantes que anuncien su retirada. En Martos ya hay quien se pregunta si serán invencibles.

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