El Español alcanzó la primera final de su historia
Fue una noche para los amantes de las emociones fuertes y por eso, Enrique y Lúa, que hacía escasamente unas horas que habían pasado por la vicaría quisieron estar en Sarrià, pasando de toda la parafernalia que lleva consigo una boda. Militantes de base del club blanquiazul, Enrique y Lola tuvieron suspense durante 120 minutos, hasta que Pichi Alonso, un futbolista. especializado en resolver ese tipo de situaciones, clasificó al Español, por primera vez en su historia, para una final. El Español de Javier Clemente, como en el circo, hizo anoche el más difícil todavía y consiguió hacer realidad su sueño porque trabajó ante un público enfervorizado con un elemento vital: la red. Clemente se lo había dicho a sus jugadores y también a los periodistas: "Estamos en condiciones de forzar la prórroga, pero hay que jugar con la cabeza flría". El técnico vasco, que ya había visto algo peculiar en el equipo belga y por eso deseaba emparejarse a él, lo preparó todo con sumo cuidado y las últimas instrucciones se las dió a Tonino, encargado del campo de Sarrià, para que cortara al césped hasta la más mínima expresión y lo regara unas horas antes del partido. Quería que el balón siempre estuviera vivo, que saliera raudo cuando golpeara el suelo y creara dificultades de recepción a los jugadores del Brujas, mucho más técnicos que los suyos.Todo le salió a la perfección, como perfecto fue el montaje que realizó la directiva para conseguir que las gradas de Sarrià estuvieran llenas de aficionados, que ayer salieron de las catacumbas, dispuestos a hacer ondear, sin miedo, las banderas que habían puesto en su mano.
En un abrir y cerrar de ojos, el Español inició su camino hacia lo que parecía imposible. Primero fue una caída de Pichi en el área; después, una presunta mano de un defensor belga que no fue sancionada con penalti; luego, un remate de Orejuela y, por fin, un cabezazo de éste último que acabó en el fondo de la meta defendida por Vende Walle. Sólo habían transcurrido ocho minutos de juego y Sarrià rugió.
Con un juego práctico, nada vistoso pero tremendamente efectivo, el Español comenzó a arrinconar al Brujas, que saltó al campo con el único objetivo de especular con el balón. Los hombres de Clemente, bien aleccionados, intentaron que ese balón estuviera el menor tiempo posible en manos del rival, mucho más dotado para manejarlo, y la forma más sencilla de conseguirlo no era otra que elevarlo a las alturas. De ahí que Nkono fuera el mejor creador blanquiazul, con sus potentes saques. Pero el Español no sólo utilizó esa manera simple y burda para derrotar a su rival. También jugó de la forma más ortodoxa posible; es decir, por los extremos. Y, finalmente, supo intentar el gol con coraje. De ahí su éxito.
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