Y al final, la incertidumbre
No quedaba papel; la barrida del viernes, que provocó el mayor volumen de contratación del año, acabó con todo lo que se ofrecía y a precio de saldo. Las cotizaciones flexionaron al alza desde el principio de una sesión que empezó bajo la presión del dinero y terminó entre las dudas, el miedo y el papel.La evolución de la mañana siguió el curso de los acontecimientos. Se esperaba la publicación de la cifra del IPC durante el mes de marzo y todos los rumores apuntaban a un bajo crecimiento de los precios al consumo ese mes. El cierre del viernes dejó buen sabor de boca a muchos inversores y para los que salieron mal parados empezaban otra semana en la que probar suerte. El volumen de compras a crédito -más de 500 millones de pesetas- indicaba que los inversores esperaban una tendencia alcista para las próximas semanas.
A nadie le importó la apertura a la baja de Tokio. Al fin y al cabo, Wall Strect había digerido bien, el viernes, el crecimiento de sus precios al por mayor y de su déficit comercial. La estrategia era comprar, con prudencia, y esperar. Un método que consiguió, que repuntaran las cotizaciones de muchos valores que no tenían un sólido motivo para caer.
Cuando terminó la actividad en los corros, los inversores tuvieron tiempo de enterarse de que la tensión estaba aumentando en el golfo. Si peligran las plataformas petrolíferas y los petroleros, también lo hace el precio del crudo, y eso le importa a la bolsa. La seguridad de que le iba a importar a la bolsa de Nueva York, y no sólo por el protagonismo de EE UU en el conflicto, unió al temor la impotencia.
En esta situación se saldó la caja de los bancos. El papel inclinó la balanza de la mayoría; sólo el Santander consiguió subir algo. Aún no había llegado la cifra de inflación. Al poco se supo que iba a esperar al día 20, y en dos días pueden pasar muchas cosas.
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