El bautismo de ayer, nostalgia hoy
François Truffaut y Jean Gruault adaptaron en 1961 la novela de Henri-Pierre Roché Jules el Jim, como años más tarde volverían a adaptar al mismo autor en Les deux anglaíses el le continent, concretamente en 1971, 10 años después. Jules el Jipn era la historia de dos amigos, los dos amigos del título, y una mujer, Catherine. A Jules y Jim, cuando la encuentran por primera vez en París, Catherine, o mejor su sonrisa, les recuerda una estatua de la que se prendaron en un pasado viaje. Más tarde, Jules se casa con Catherine pero la guerra les separa a los tres, pues los dos. hombres son de distinta nacionalidad.Al final de la contienda, Jules y Catherine tienen una hija, Sabine, y un pasado común: Jim. El triángulo se recompone. Catherine ama a Jules, ama a Jim. Y Jim y Jules aman a Catherine. Jules y Jim, en el buen sentido de la amistad, se aman. Todo el mundo se ama pero, ay, este mundo no está hecho para lo subline.
Jules el Jim se estrenó en París los primeros días de 1962. Pronto se labró una bien merecida y justa fama. Ganó premios por doquier y se convirtió, para una determinada generación, en el bautismo cinematográfico de la edad adulta, ahí donde el séptimo de caballería abre paso a Dreyer, Renoir y a ese joven y renoiriano talento que ya había dado muestras de su sensibilidad nada cursi en Los 400 golpes y en Tirad sobre el pianista.
Si Jules el Jim es el bautismo del joven espectador, para Truffaut es su confirmación. En cualquier caso, una pieza sacramental de ese acto litúrgico que es e cine, que hoy sembrará las nostalgias de mil y un espíritus. Como abrir un viejo baúl y hallar el traje de la primera comunión. Con una sola diferencia: Jules el Jim es todavía, y lo será hasta el día del juicio final, una obra viva, vigente, hermosa y vital. Y Jeanne Moreau, estatua perenne, musa sublime e inmortal.
Épico puente
Como aperitivo de la retransmisión en directo de la entrega de los oscars, TVE-1 tiene el acierto de proponer un filme que en su momento se alzó con seis de ellos: El puente sobre el río Kwai, realizada en 1957 por David Lean y que era también su particular puente, el que separaba su cine melodramático, dickensiano e intimista de las grandes superproducciones a las que ya para siempre se entregaría, pues a esa película seguirían Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago, La hija de Ryan, y Pasaje a la India, todas ellas carne de oscar.El puente sobre el río Kwai son casi tres épicas horas de buen cine, de ese cine que entre explosión y explosión tiene todavía tiempo para meditar, para reflexionar el alcance de la aventura y los sentimientos de los personajes, principalmente los contrapuestos de Guiness y Hayakawa, dos disciplinas militares enfrentadas por la guerra pero predestinadas a saludarse y a respetarse.
Jules et Jim se emite hoy, a las 21.20, por TVE-2, y El puente sobre el río Kwai, a las 23.45, por TVE-1, como inicio de La noche de los oscars.
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