La final de la Liga universitaria centra el interés del público norteamericano
La temporada de baloncesto universitario culmina mañana lunes en Kansas City, la misma sede donde se organizaron los primeros play-offs hace 50 años. Por supuesto, todo ha cambiado, desde cómo se lanza el balón a cuánto dinero se lleva cada equipo. El primer torneo sufrió pérdidas de 2.531 dólares (unas 280.000 pesetas). Este año, cada uno de los cuatro semifinalistas cobrará 1,1 millones de dólares (122 millones de pesetas).Los play-offs comenzaron a apasionar a los estadounidenses cuando las televisiones iniciaron su transmisión a principio de la década de los setenta. El sistema de los play-off, eliminación directa a un partido, es tan selectivo que potencias como las universidades de Purdue, Syracuse o Indiana, campeón del año pasado y equipo del terrible Bobby Knight, quedaron eliminados en las primeras eliminatorias. Temple, un equipo que sólo perdió un partido en la temporada regular, cayó de mala manera en los cuartos de final contra Duke.
En las semifinales, que se iniciaron esta pasada madrugada, los emparejamientos han quedado así: Oklahoma Sooners-Arizona Wildcats, y Duke Blue Demons-Kansas Jayhwks. Los vencedores se enfrentarán en la final del lunes.
Los Oklahoma Soonrs (34 partidos ganados y tres perdidos en la temporada regular) son los reyes del contraataque, y han encestado una media de 107 tantos por partido. La universidad es más conocida como una potencia en el fútbol norteamericano, pero al parecer han logrado lo imposible: que los habitantes de Oklahoma dejen de pensar en el fútbol día y noche, y que ahora sólo lo hagan de día.
Su contricante en la semifinal, los Arizona Wildcats (35-2) manejan el balón con tanto cuidado que parece que tienen una pieza de cristal entre las manos. Su líder es el base Steve Kerr, quien no jugó el año pasado a causa de una lesión en rodilla que sufrió en el Mundial de España. En 1984, su padre, Malcolm, presidente de la universidad americana en Beirut, fue asesinado por terroristas.
Los Duke Blue Demons (286) gozan de la experiencia de llegar a las semifinales por segunda vez en tres años. Su virtud es la buena defensa. Obligaron al mejor anotador de Temple a que fallara 23 de 29 lanzamientos.
Su contrincante, los Kansas Jayhawks (25-11), parecen cuatro gatos y una superestrella, Danny Manning, un alero de 2,08 más diestro con el balón que cualquier base. Ha sido seleccionado de forma unánime como jugador del año, y se ha convertido en el primer seleccionado para el draft de la NBA.
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