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Camino de fuego

Los 325 kilos de cocaína incautados el pasado 24 de marzo en Madrid serán destruidos, al no considerarse que sean de utilidad farmacológica, según la opinión recogida en medios policiales, que añadieron que esto es "lo que suele hacerse normalmente en estos casos".El cargamento decomisado en una nave del polígono industrial de Fuenlabrada permaneció desde entonces depositado en una cámara blindada existente en la Brigada Central de Estupefacientes, sita en el viejo caserón de la Puerta del Sol.

La mercancía fue sacada ayer de la citada brigada y posteriormente fue trasladada en un furgón, bajo una fuerte protección policial, hasta la Sección de: Restricción de Estupefacientes, dependiente de la Dirección General de Farmacia, en la calle del Príncipe de Vergara. La droga quedó depositada en una cámara acorazada.

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Hasta ayer, la policía únicamente había realizado un pesaje oficioso -y, por tanto, carente de precisión o exactitud matemática- de la mercancía. La Brigada de Estupefacientes también había comprobado que el polvo incautado en la nave industrial de Fuenlabrada es cocaína, aunque no ha determinado su grado de pureza, puesto que no está cualificada para ello ni dispone de los medios técnicos necesarios. El correspondiente organismo de la Dirección de Farmacia procederá ahora al pesaje oficial del alijo y a su posterior análisis, con objeto de determinar su composición química. Los resultados de esta investigación serán entregados al juez de la Audiencia Nacional que se encarga de instruir el correspondiente sumario.

La droga queda en depósito en las dependencias de Farmacia, ya que constituye un elemento de prueba en las investigaciones sumariales. Por tal motivo, el juez podría ordenar que no sean destruidos los 325 kilos de cocaína.

"Lo normal" es que la droga incautada por la policía y la Guardia Civil sea quemada, sobre todo cuando se trata de cargamentos que ocupan mucho volumen, tales como la marihuana o el hachís, según fuentes policiales.

Los alijos incautados por las fuerzas de seguridad del Estado suelen acabar en un horno crematorio, ya que drogas como la cocaína o la heroína no se consideran de utilidad para la elaboración de medicamentos. "Resulta caro y complicado", dice un experto policía, "tratar de emplear estas drogas en farmacia. Es más barato elaborar los productos farmacológicos con los productos básicos de procedencia legal".

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