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Tribuna:EL OMBUDSMAN
Tribuna
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Forenses y farmacéuticos

El director del Instituto Anatómico Forense de Madrid, doctor Modesto Martínez-Piñeiro, no está nada satisfecho con el reportaje de Emma Roig titulado Un lugar para hacer hablar a los muertos (EL PAÍS, 7 de marzo). "El depósito de cadáveres", comenzaba la periodista, "es un lugar para investigar el pasado, para dar la vuelta a la muerte y llegar hasta el origen y la causa del fallecimiento". Con unas leves pinceladas históricas sobre las autopsias, algunos detalles ambientales en los que no faltaban algunas expresiones recogidas en su visita al centro, Roig narraba parte del trabajo que realizan los médicos y el personal auxilar.Por ejemplo, decía: "En este lugar de mármol se otorga el título de 'marqués' a los vagabundos 'sin oficio ni beneficio' por mor del sarcasmo que inspira su aspecto desaliñado y precario". También contaba que, según le afirmó un especialista en embalsamamientos y en contra de los comentarios pueblerinos, "ningún muerto es guapo".

La personalidad de los forenses, en opinión de la redactora, "se caracteriza habitualmente por la frialdad que ponen para tratar las evidencias de la muerte y su potente capacidad de disociación que les permite despedazar un cadáver y tomarse acto seguido unos callos".

Emma Roig habló, entre otras personas que trabajan en el instituto, con su director. "Martínez-Piñeiro", contaba Enima Roig, "eligió esta profesión de delantal de plástico y bata verde, por tradición familiar".

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Martínez-Piñeiro, en carta dirigida al periódico, empieza por explicar las funciones que competen a los institutos anatómicos forenses, organismos auxiliares de la Administración de justicia. "Los médicos forenses", escribe, "deben realizar las investigaciones anatómicas que les incumbe con el fin de esclarecer las causas de la muerte por mecanismos violentos, sospechas de criminalidad o carentes de certificado de defunción". En 1987 ingresaron en el instituto de Madrid 2.380 cadáveres; de ellos, se practicó la autopsia a 2.324 y en los restantes 56 "la autoridad judicial ordenó la suspensión de esta diligencia ante la presentación del correspondiente certificado de defunción.".

La quejas del doctor Martínez-Piñeiro son varias. Se refieren, primero, al "lenguaje anecdótico" empleado: "No es el apropiado", opina, "para un artículo que se anunció como serio". Considera que la redacción, "en el mejor de los casos, sólo se puede calificar de superficial y denigrante para el centro y para el personal que en él cumple su penosa misión".

También Martínez-Piñeiro protesta de la opinión que la periodista expone sobre la personalidad de los médicos forenses. "Refleja", afirma el doctor, "una ignorancia suprema y un desconocimiento absoluto de la personalidad de los dignos miembros del Cuerpo Nacional de Médicos Forenses". Asegura asimismo que el forense siente una "profunda emoción y el máximo respeto" cuando, en el cumplimiento de su función, ha de enfrentarse con el cuerpo de una persona fallecida. "Jamás", declara, "he sido capaz de disociar esta intervención, que es la autopsia judicial, con el aspecto trágico que tiene una vida". "No se trata de descuartizar los cuerpos", puntualiza más adelante, "sino de examinarlos para poder emitir el informe médico-legal que, unido al sumario, permitirá al magistrado correspondiente adoptar decisiones muchas veces trascendentales para las personas implicadas".

La alusión a su persona es igualmente motivo de queja: "Mi elección profesional fue realizada con conciencia plena de la importante función que los médicos forenses desempeñan en la sociedad y, aunque en ella influyó la 'tradición familiar' ( ...), jamás pensé en elegir 'el delantal de plástico y la bata verde' ( ... ). Puedo asegurarle que el delantal de plástico no lo he utilizado en mi vida".

Emma Roig manifiesta, por lo pronto, que no pretendió jamás denigrar el trabajo que se lleva a cabo en el instituto por los médicos forenses y el resto del personal. "Todos los artículos de Prensa son opinables y merecen calificativos dispares por parte de quienes los leen", dice la redactora. Por otra parte, considera que "ninguno de los datos empleados para la elaboración del reportaje ha sido rectificado por el doctor Martínez-Piñeiro".

Sí reconoce que la frase en la que describe las características de los médicos forenses no fue afortunada: "Entiendo", se disculpa, "que pueda herir la sensibilidad del director del Instituto Anatómico Forense". No tuvo la intención de frivolizar. "La frase que utilicé" dice, "tenía por objeto explicar que, lógicamente, la actitud de los forenses ante los cadáveres es muy diferente a la que pueda adoptar cualquier otra persona que no esté habituada a trabajar con ellos todos los días". "En mi artículo", añade, "no se ponía en ningún momento en duda la profesionalidad de este cuerpo médico".

En efecto, los médicos forenses gozan en España de un merecido prestigio profesional. La delicadeza del trabajo que les incumbe produce en el común de las gentes un humano sobrecogimiento que despierta los máximos respetos. De estos respetos participa Emma Roig aunque, como ella admite, una frase desafortunada haya podido herir la sensibilidad del director del Instituto Anatómico Forense de Madrid.

Farmaceuticos que replican

El pasado día 13, EL PAÍS publicó una noticia sobre la renovación de las juntas directivas de 17 colegios farmacéuticos. Al final de la información se decía que la totalidad de los miembros de la junta saliente del Colegio de Madrid, presidida por Pedro Gómez Agüero, había sido denunciada ante el Consejo de Farmacéuticos. ¿Por qué tal denuncia? "Por cobrar de menos a los clientes", decía la noticia, "ya que no aplicaban unas tablas sobre el precio etiquetado, asunto que se halla en investigación". Y concluía: "Los denunciados han llevado a los denunciantes ante los tribunales por presuntas calumr¡ias".El presidente de la Asociación Profesional Grupo Farmacia 2000, Juan José García Nuño, escribe al periódico para rectificar: "únicamente se ha denunciado a parte de los miembros de dicha directiva, entre los que está su presidente, don Pedro Gómez Agüero, y no sólo se les ha denunciado ante el Consejo, sino también ante la Audiencia Nacional".

Hay más. García Nuño añade: "Se dice que los denunciados han llevado a los denunciantes del hecho -la directiva de la Asociación Profesional Grupo Farmacia 2000- ante los tribunales por presuntas calumnias; pero lo cierto es que no sólo no han presentado tal querella, sino que expresamente ha renunciado a ella el Colegio de Madrid, accionando en protección a su honor, a la vez que han expedientado deontológicamente a algunos miembros de la Asociación Profesional, pretendiendo ser juez y parte de los denunciados, como si no estuviéramos en un Estado de derecho".

Francisco Mercado, autor de la información, admite sin rodeos: "Los reclamantes tienen razón". Las dos afirmaciones a las que replica García Nuño fueron fruto de los datos erróneos que le facilitó el portavoz oficial del Colegio Farmacéutico madrileño. "No puse en duda su veracidad", se justifica Mercado, "porque no los creí conflictivos ni susceptibles de tendenciosidad". En realidad, especifica el redactor, los denunciados fueron 10, no la totalidad, que en efecto replicaron no con una querella por calumnias, sino con una demanda de protección al honor.

"Lo que no dicen los ahora reclamantes de una rectificación", añade Mercado, "es que, luego de que me hicieran llegar su queja por ambos errores, incluí los datos correctos en una información publicada el pasado 16 de marzo". Ese día, en el último párrafo de una información también sobre las elecciones en los colegios farmacéuticos, se decía: "Por otro lado, fuentes del Colegio Farmacéutico madrileño precisaron ayer que han planteado una demanda en defensa del honor de los 10 directivos denunciados por cobrar de menos". Mercado se adelanta a admitir: "Evidentemente, no incluía la coletilla en contra de lo informado el pasado día 13". Resulta que no lo hizo "porque consideraba ya bastante explícito en ese sentido el verbo precisar, y estimaba innecesario realzar más el error".

Lo que Mercado consideraba "bastante explícito" no ha resultado tal. Para quien no conociera con detalle los antecedentes, ese párrafo no resultaba precisamente esclarecedor. Ahora sí las cosas han quedado dilucidadas. Y los errores, realzados.

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