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La Real aprovechó la torpeza de Atlético

Alex Martínez Roig

¿Qué hará ahora el presidente atlético Jesús Gil? ¿Sacará un látigo con empuñadura de diamantes y despellejará la espalda de sus jugadores? ¿Echará a todo el equipo y contratará a los 11 jugadores de la Real Sociedad a golpe de talonario? ¿Comenzará un nuevo despliegue de declaraciones para descubrir a los verdaderos culpables de que el Atlético sea tercero en la Liga a ocho puntos del Madrid? En el vestuario de su equipo ya poco puede hacer. Ha puesto en duda la profesionalidad de sus jugadores al utilizar en exceso su imitación light de las famosas santiaguinas de Bernabéu. Gil aún no ha aprendido que las broncas han de ser muy puntuales para que sean efectivas. "¡Vagos!, ¡gandules!, juerguistas!", fueron los gritos de apoyo del público atlético a su equipo, en una demostración de que el mensaje de Gil ha Regado a su destinatario. Y, claro, los jugadores atléticos estaban ayer en el campo encogidos, torpes, temerosos de cometer un error. Ante una máquina casi perfecta de fútbol, como la Real Sociedad de Toshack, ese encogimiento es un suicidio.El esquema de: la Real Sociedad ayer fue de los que hacen gozar al catador de fútbol. Con Larrañaga como líbero, Gajate y Górriz repartiéndose el marcaje de Julio Salinas, Zúñiga y Uría como falsos laterales, y un centro del campo ordenado -con Zamora en su edad de oro y Bakero II realmente desaforado-, tejió una tela de araña complicadísima de superar y sencillísima de ejecutar. Toshack, además, dejó en el banquillo a Loren, un delantero centro rocoso y peleón, para que Fuentes, rápido y listo, quebrase las cinturas, de Arteche y Sergio. El Atlético respondía con su esquema habitual: achique de espacios defensivo, un centro del campo de tuya-mía, y Julio Salinas como estilete de la suerte.

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La primera parte se desarrolló en un espacio mínimo de terreno de juego. Los jueces de línea parecían tener un muelle en sus brazos. El Atlético era incapaz de superar, con sus pases cortos, las trampas bien puestas de la Real, y los donostiarras no acertaban a escapar del fuera de juego. Total, 45 minutos sin novedad en los frentes. Arconada paró un tiro de Futre, (m. 2), y Beguiristain lanzó un centro raso por delante de Abel que nadie remató (in. 29). El resto, borrachera de centrocampismo.

Pero el pressing de la Real -un equipo cada vez más parecido al Liverpool, aunque en versión española- tuvo su recompensa en la segunda parte. Quique se marchó lesionado (m. 53) y Menotti tuvo la clarividencia de colocar a Alemáo en el centro de la defensa para pasar a Sergio al lateral izquierdo. Hasta ese momento, Alemáo parecía el único capaz de lanzar pases en profundidad a los delanteros. Un minuto después, Abel y Alemáo fueron a por un balón y ambos se pararon en seco ante la presencia del otro; Bakero II, incapaz de desperdiciar tamaño regalo, empujó suavecito el balón a la red. Si en Estudio Estadio hubiera, como en Cerca de las Estrellas, "la jugada tonta de la semana", esta sería la elegida.

En circunstancias normales, otro equipo se habría lanzado con rabia al ataque. El Atlético no lo hizo. Muy lento en la formación de jugadas, incapaz de superar la barrera defensiva de la Real, el Atlético parecía afectado por una falta alarmante de forma física o por un ataque de miedo ante una nueva llamada al orden de Gil. Era una bicoca que la Real no podía desaprovechar. Con un equipo joven, correoso, con ganas de triunfar, que disfruta con el fútbol que realiza y que, además, no recibe broncas en el vestuario, la Real se adueñó del partido.

Era el choque entre dos formas muy distintas de concebir el fútbol. El Atlético de Menotti deja gran parte de su suerte en una jugada como el fuera de juego. Es una trampa que siempre lleva al equipo al filo de la navaja. La Real de Toshack coloca una barrera de obstáculos, desde la delantera hasta la defensa, casi imposible de superar. Es otra trampa, pero que depende menos del brazo de un juez de línea. El Atlético confía en sus individualidades -Futre, Alemáo, Julio Salinas...-. La Real vende su bloque, en el que Bakero II se parte el pecho en el centro del campo y llega a tiempo de aprovechar un fallo defensivo rival.

Llegó otro gol, en un nuevo fallo defensivo aprovechado esta vez por Beguiristain, y Uría estrelló un balón en el poste (m. 88). La lista de goles se cerró al echarse el tiempo encima, para la buena suerte de un Atlético anonadado, miedoso, falto de ideas.

¿Qué hará ahora Jesús Gil? ¿Rebajará el precio de las entradas del partido ante el Madrid? ¿Asumirá su error y confiará en un grupo de profesionales despreciados injustamente?

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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