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El nuevo brote de violencia antichina en el Tíbet pone en entredicho la normalización impuesta por Pekín

Al menos ocho personas resultaron muertas el sábado último, se testimonios concordantes, durante los incidentes ocurridos en Lhasa, capital deL Tibet, en el curso de una manifestación independentista que se produjo en la última jornada de las festividades de la Gran Oración, la más importante conmemoración religiosa tibetana. La calma parecía reinar ayer en la ciudad, aunque las comunicaciones telefónicas con Pekín permanecieron interrumpidas durante la mayor parte del día. La nueva explosión de violencia pone en entredicho la normalización que Pekín creía haber logrado en el Tíbet.

JORGE SVARTZMAN, Según testimonios recogidos en Lhasa por el enviado de la agencia France Presse, cuatro civiles, un monje y tres policías resultaron muertos durante los incidentes ocurridos el pasado sábado.Uno de los agentes murió al ser arrojado a la calle desde lo alto de un edificio, otros dos fueron linchados a Pedradas y patadas por los manifestantes en la plaza central de Lhasa. Las otras cuatro víctimas fallecieron a consecuencia de los disparos efectuados por policías chinos de paisano.

A los gritos de "libertad para el Tíbet", "independencia para el Tíbet" y "abajo la opresión china", centenares de jóvenes lamas se enfrentaron a las fuerzas de seguridad chinas durante 12 horas.

Los incidentes se iniciaron la mañana del sábado en el curso de una manifestación de centenares de lamas que protestaban contra la detención, el jue ves, de un monje que gritó consignas independentistas ante el templo de Jojang, en el centro de Lhasa, principal escenario de las ceremonias de la Gran Oración.

Según fuentes occidentales, la policía tuvo que dispersar con gases lacrimógenos numerosas manifestaciones relámpago que se produjeron hasta bien entrada la noche. Algunos testigos señalan que, al caer la tarde, empezaron a oírse disparos. La agencia oficial Nueva, China informó que un grupo de 60 monjes apedreó los vehículos policiales y privados, entre ellos el de la televisión de Pekín, desde lo alto del Jojang (la catedral del lamaísmo), lo que provocó la intervención policial.

La televisión china informó ayer que "todo iba bien el sábado, y decenas de miles de peregrinos asistían a las ceremonias finales, cuando una minoría de separatistas perturbó el orden público y, al grito de consignas reaccionarias, irrumpió en la Asociación Budista de Lhasa, atacó a las fuerzas del orden y quemó vehículos". No informó sobre la existencia de víctimas.

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Estos nuevos disturbios vienen a desmentir la "normalización" del Tíbet que las autoridades creían haber conseguido tras las violentas manifestaciones separatistas de septiembre y octubre del año pasado en las que perdieron la vida entre seis y 14 personas.

Pekín había querido presentar estas festividades religiosas como una prueba de la calma que reinaba en la región, e hizo grandes esfuerzos para la organización y difusión de las mismas y superar el boicoteo declarado por numerosos monjes tibetanos.

Los peregrinos, que acudieron desde las mesetas más recónditas del Tíbet, el techo del mundo, fueron agrupados en campamentos especiales a unos 10 kilómetros de Lhasa y transportados cada día en camiones para participar en los oficios religiosos. Testigos presenciales pusieron también de relieve la omnipresencia de efectivos policiales.

A pesar de la imagen oficial de tranquilidad con que se desarrollaba hasta el sábado la fiesta de la Gran Oración, rumores sobre la existencia de disturbios circularon ya en Pekín desde el inicio de las fiestas, el pasado 25 de febrero, cuando, al parecer, un grupo de monjes subidos al tejado del Jojang gritaron numerosas consignas favorables a la independencia del Tíbet.

Otro signo de malestar pudo percibirse igualmente a principios del pasado mes, cuando el panchen lama -segunda autoridad religiosa de la Iglesia tibetana, después del dala¡ lama, en el exilio desde 1959-, considerado generalmente como un hombre favorable a Pekín, declaró tras una visita a sus fieles que la policía china abrió fuego durante las manifestaciones el primero de octubre del año pasado. Esta versión de los hechos siempre ha sido desmentida por las fuentes oficiales chinas.

Las manifestaciones del otoño pasado se produjeron después de que el dala¡ lama denunciara ante congresistas norteamericanos que Pekín estaba violando los derechos humanos en la región autónoma del Tíbet, bajo soberanía china desde 1950.

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