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Jesús Fernández

Ojo-cámara que ve todos los rostros

Rocío García

Cuando va por la calle se fija en los rostros de la gente y los va catalogando: éste podría hacer de vaquero, éste de ejecutivo, éste sería un estupendo gánster, y aquélla, una espléndida enfermera. Jesús Fernández, director casting de una empresa dedicada a la busca y captura de extras para películas, se pasa el día escrutando el rostro y los ademanes de las personas. Se trata de discernir quién podría hacer de aristócrata y quién de simple campesino. Ahí empieza la aventura de este hombre de 37 años y cara de niño grande que realizó su primer trabajo cinematográfico con Buñuel en Tristana.

"Ojo-cámara que ve todos los rostros". Así se anuncia la empresa de Jesús Fernández, de nombre Viridiana en homenaje a Luis Buñuel y en agradecimiento al cineasta por haberle "descubierto" y ofrecido el papel del sordomudo en la película Tristana, realizada en 1970. "Yo soy actor", dice Jesús, quien compatibiliza su, trabajo en la productora artística con la realización de algún papel en series y películas y la participación en teatro independiente.Nació en un pueblo de Ciudad Real y se crió en Madrid, donde a los 15 años se matriculé en la Escuela de Arte Dramático. De pequeño, Jesús, que dice tener "alma de campesino", se iba al campo y en voz alta recitaba los poemas escritos por él. "Soy un soñador". Su participación en Tristana no le reportó el espaldarazo artístico que él creía merecer y, después de diversas idas y venidas, necesidades imperiosas le llevan a crear la empresa de producciones artísticas, que también le permite no desvincularse nunca de una profesión por la que muestra verdadera adoración.

Jesús Fernández ha buscado los extras para películas como El Lute (Camina o revienta), de Vicente Aranda; La Rusa, de Mario Camus, y Berlín Blues, de Ricardo Franco. Si necesita ancianos, se va al Círculo Mercantil; si lo que le piden son paralíticos, se acerca a un hospital, y si son negros o suramericanos, se pasea por el Rastro. La semana pasada tuvo que comer en distintos restaurantes chinos para buscar rostros orientales.

Aunque algunos extras sean reclutados en plena calle, Jesús Fernández echa mano casi siempre de sus innumerables fichas -en la actualidad, en proceso de cambio desde unas cajas de zapatos a un moderno ordenador- para dar con ellos. La ficha, acompañada de fotos en color, es completísima: color de ojos, longitud del pelo, peso, estatura, si sabe montar a caballo, si toca algún instrumento. Todo es importante, pero lo que de verdad le sirve a Jesús Fernández es mirar el rostro y el cuerpo de la persona en cuestión. Enseguida define el papel que podría representar. "Es maravilloso que un ex funcionario de Correos pueda llegar a ser un perfecto militar lleno de medallas", recuerda entusiasmado.

Multitud de gente absolutamente variopinta pasa de manera continua por su pequeña oficina. Amas de casa, obreros en paro, estudiantes y funcionarios quieren tener su oportunidad en la pantalla. "¿Cuándo me va a llamar, Jesús?", le pregunta una mujer treintañera que no se ha hecho la foto de medio cuerpo requerida "porque en invierno no me gusta cómo salgo". Para todos tiene Jesús palabras de aliento y todos le cuentan sus penas. "No te preocupes, te llamaré", repite constantemente. Víridiana se convierte muchas veces en un consultorio.

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