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La muerte en el Ulster de dos soldados socava las relaciones Londres-Dublín

Dos soldados británicos murieron el miércoles por la noche en Belfast al estallar 75 kilos de explosivos colocados por el Ejército Republicano Irlandés (IRA) junto a una de las barreras de seguridad que cierran el centro de la capital norirlandesa. Este atentado remata una serie de incidentes policiales y diplomáticos que han sacudido las precarias relaciones entre el Reino Unido e Irlanda en las últimas semanas.

Con estas dos muertes ya son cinco los miembros del Ulster Defence Regiment (UDR, constituido por voluntarios que se uniforman a tiempo parcial) asesinados en lo que va de año en Irlanda del Norte. La relevancia de estas dos bajas es que se han producido en el centro de Belfast, donde hacía años que el IRA no operaba de este modo, y que llegan en un momento de intensa desconfianza entre irlandeses y británicos, lo que da fuerza a quienes pretenden socavar los tormentosos intentos de acercamiento entre Dublín y Londres.Pocas horas antes del atentado, el ministro de Exteriores irlandés, Brian Lenihan, y el ministro británico para Irlanda del Norte habían mantenido una reunión en Belfast que, al concluir, llevó al representante de Londres a hablar del logro de una resolución, que fue desmentida inmediatamente por Lenihan.

Las últimas diferencias entre irlandeses y británicos nacen del modo en que cada parte ve actuar a la otra en el marco del acuerdo anglo-irlandés, suscrito por ambos Gobiernos en noviembre de 1985. El punto crítico del acuerdo es el papel consultivo que se concede a Dublín en la gestión de los asuntos de Irlanda del Norte.

Decisiones que han venido siendo adoptadas por el Gabinete y la justicia británicos desde hace algunas semanas, unidos a incidentes fronterizos como el que el pasado domingo costó la vida a un joven católico norirlandés -suceso calificado de asesinato por el primado católico de Irlanda, cardenal Tomas O'Fiaich- han contribuido a viciar la atmósfera de entendimiento que pretenda crear el acuerdo.

Lo que los irlandeses sienten como una mayor afrenta es la decisión adoptada hace unas semanas por el Ejecutivo británico de no procesar a 11 policías norirlandeses relacionados con seis muertes producidas por aplicar la ley del Talión en 1982 a cinco terroristas desarmados y a un joven ajeno al conflicto.

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