Julio Caro Baroja
colocó en una comprometida situación a la azafata del avión que lo trasladó el domingo desde Fuenterrabía a Madrid, al desconocer las nuevas normas de la compañía aérea Aviaco, que adjudican una plaza en concreto a cada pasajero. Caro formó un pequeño colapso cuando, instalado en un asiento que no le correspondía, se negó a cambiarse al suyo. Ni las recomendaciones de la azafata ni las protestas de los pasajeros que aguardaban en la escalerilla del aparato, bajo una fuerte lluvia, lograron hacer cambiar de opinión al académico, que no ha perdido, a sus 73 años de edad, su carácter apasionado y a veces rebelde.
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