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Reportaje:

El canario, único testigo del crimen

La policía aún no tiene pistas sobre el triple asesinato del matrimonio Gardner y su sirvienta

El inspector miró al canario que revoloteaba en la jaula y pensó para sí: ¡qué lástima que este bicho no pueda hablar! En efecto, aquel pájaro que Benita Carretero tenía en su habitación era el único testigo del triple asesinato ocurrido en el segundo piso de la finca número 50 de la calle del Alcalde Sainz de Baranda, en Madrid. ¡Cuántas cosas podría decir si supiera expresarse! Pero el animal seguía con sus trinos, como si horas antes no se hubiera producido en aquel mismo lugar una horrible carnicería que había costado la vida a William Gardner, a su esposa, María Amelia López del Corral, y a su sirvienta, Benita Carretero.

Eran alrededor de las diez de la noche del pasado martes cuando el funcionario que estaba de guardia en el Grupo de Homicidios de la Brigada Judicial de Madrid recibió la orden de trasladarse a la calle del Alcalde Sáinz de Baranda. El cabo del coche patrulla del 091 que minutos antes; había llegado al lugar de los hechos tan sólo había informado por la emisora que un hombre y dos mujeres fueron hallados cosidos a cuchilladas.El agente salió de las viejas dependencias de la Puerta del Sol en un coche camuflado. Gracias a la sirena lanzadestellos pudo abrirse paso entre el tráfico, y a toda velocidad se presentó en el número 50 de la calle del Alcalde Sainz de Baranda.

Cuando el experto policía vio lo que había pasado comprendió que se trataba de un asunto gordo, cuya investigación debía ser competencia de los 14 especialistas que actualmente componen el Grupo de Homicidios. El jefe de la Brigada Judicial, el comisario Manuel Prieto Montero, coincidió con su subordinado y entendió que no era necesaria la colaboración de los inspectores de la comisaría del distrito de la Estrella, pese a que la calle del Alcalde Sainz de Baranda está dentro de su demarcación.

El comisario Prieto, un hombre de 44 años, fuerte y alto, que siente debilidad por los casos de homicidio, acudió también al escenario del triple crimen para dar las oportunas instrucciones a su gente. Paralelamente se cursó aviso al Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid, que ese día se hallaba de guardia.

El juez se presentó en el piso de los Gardner para proceder al levantamiento de los cadáveres del matrimonio y de su sirvienta, Benita Carretero. El médico forense que acompañaba a su señoría comprobó que las víctimas habían muerto como consecuencia de múltiples heridas causadas con dos largos cuchillos de cocina hallados allí mismo.

Los empleados de los servicios funerarios metieron los tres cadáveres en sendas bandejas de aluminio y los transportaron en el furgón judicial hasta el Instituto Anatómico Forense, sito en la Ciudad Universitaria, donde quedaron depositados en cámaras frigoríficas en espera de que al día siguiente se realizara la preceptiva autopsia.

Con la retirada de los cadáveres empezaba la verdadera labor de los inspectores del Grupo de Homicidios: llegar a reconstruir pieza a pieza el triple crimen y lograr finalmente al descubrimiento de los autores del mismo. Mientras tanto, el canario seguía en su jaula, sin comprender a qué se debía aquel trasiego de gente. "¡Qué lástima que no puedas hablar!", volvió a musitar uno de los policías encargados del caso.

Los funcionarios del Gabinete Regional de Identificación, que ya habían sacado innumerables fotografías de los cadáveres, buscaron huellas dactilares, recogieron los cuchillos ensangrentados y buscaron pelos, colillas o cualquier cosa que pudiera servir de pista para desenmascarar a los asesinos.

Un tufillo raro

Los hombres del Grupo de Homicidios realizaron una primera inspección ocular de la vivienda para tratar de recomponer lo que sucedió en la casa a mediodía del domingo pasado, después de que el señor Gardner fuese visto por última vez cuando a media mañana compró un periódico en un quiosco próximo.La hipótesis inicial es que los agresores pudieron ser dos o tres individuos que acuchillaron a la víctimas cuando éstas trataron de resistirse al robo. En el dormitorio había un cofre caído del que los homicidas habían cogido un lote de valiosas joyas. Otras alhajas las dejaron olvidadas sobre la cama o tiradas por el suelo.

El comisario Manuel Prieto dice que "éste es un caso difícil, aunque estoy plenamente convencido de que lo aclararemos. Los funcionarios del Grupo de Homicidos han resuelto 50 de los 61 crímenes que investigaron el año pasado".

El jefe de la Brigada Judicial confiesa que todas las apariencias inducen a pensar que el móvil de los asesinatos fue el robo. Pero él mismo matiza que el asunto tiene "un tufillo raro, algo que es difícil de explicar pero que resulta chocante para el olfato de un policía".

Prieto, que ingresó hace casi 20 años en la policía, piensa que en este caso "hay demasiadas cuchilladas, demasiado primitivismo, demasiada crueldad", y que esto no parece coincidir con la forma de actuación habitual entre los ladrones de pisos. "Sin duda es un caso especial. Esto no sucede todos los días", reflexiona el comisario.

Cinco inspectores del Grupo de Homicidios se han hecho cargo del caso, mientras que los demás colegas los apoyan haciendo algunas gestiones o aportando algún dato. El teléfono 231 1185, correspondiente a su despacho, no cesa de sonar desde hace unos días: cuando no llama un compañero lo hace una persona anónima que quiere informar algo que pudiera ser útil para la investigación del triple crimen. No sería la primera vez que la colaboración ciudadana fuese fundamental en la resolución de un crimen.

Generalmente son dos los funcionarios que se ocupan de esclarecer un caso. Pero en esta ocasión el jefe de la Brigada Judicial ha decidido que sean cinco inspectores, debido a las especiales circunstancias del asunto.

El equipo de investigadores está estudiando la vida de las víctimas, sus amistades, las personas con las que se relacionaban... También son motivo de análisis las agendas de teléfonos, la correspondencia, las fotos del álbum familiar... Cualquier cosa puede servir para desenmascarar a los criminales. Por desgracia, el canario no puede prestar declaración. Si no fuera así, al menos habría un testigo.

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