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BALONCESTO

Torpeza española y derrota ante Italia en el preeuropeo

Luis Gómez

LUIS GÓMEZENVIADO ESPECIAL La selección española, antes que cualquier otra cosa, dio sensación de torpeza y Díaz Miguel, al quejarse públicamente de que sus hombres carecían de sistemas estudiados, no hizo más que confirmarlo. Eso sí, Díaz Miguel dio la impresión de haber dirigido el partido con un cuidado exquisito porque no coincidieron en cancha cinco jugadores del Barcelona. Ni por casualidad. Esa, circunstancia impidió observar si ese detalle tácticamente interesante, ético, y fundamentalmente práctico, hubiera podido servir para resolver el partido. En el otro lado, Italia hizo del encuentro un acto social, con presencia de ilustres veteranos en la grada. Al final, muchos especialistas creyeron ver que Meneghin le había dado el testigo al joven Rusconi, un pivot de extremada fiereza para tener 19 años.

Un España-ltalia de competición oficial a final de un mes de enero cualquiera era una oportunidad sabrosa para un aficionado morboso. España e Italia son dos selecciones de sólido y granado prestigio, pero también dos equipos acostumbrados a comparecer en los campeonatos provistos del apoyo táctico de un buen caudal de sistemas, de jugadas estudiadas. Verlos enfrentarse a mediados de temporada, sin tiempo para ensayar acciones, sin red, sin el tapujo de uno movimientos de salón, desnudos de teoría, permitía observar con mayor nitidez cuáles eran las capacidades individuales de sus componentes. A falta de sistemas, debía reinar la improvisación, el llamado juego libre, la magia creativa de cada jugador, el uno contra uno.Partido decepcionante

El resultado fue decepcionante por ambas parte. Primero, porque el partido fue malo, con tendencia al aburrimiento y excesivas detenciones del juego por la voracidad de los colegiados, que llegaron a pitar 59 personales. Segundo, porque ningún jugador supo derrochar juego. Italia ganó no por mejores actos individuales sino porque puso en práctica un superior sentido colectivo de la defensa. Lanzado el partido al diálogo defensa italiana contra desordenado ataque español, terminaron por brillar dos jugadores cuyo fuerte no es la habilidad técnica: Romay y Rusconi.

Diaz Miguel trató inicialmente de reservar a Romay privándole de la titularidad. Colocó a Ferrán en su puesto, pero se vio obligado a cambiar de planes muy pronto cuando, Jiménez alcanzaba la tercera personal. Con Romay en acción, la selección tuvo una solidez en la lucha por el rebote y, a partir de ahí una oportunidad para construir algún juego. Sin embargo, la desaprovechó entre otras cosas porque casi nunca se empleó a los pivots en el ataque. Esa insistencia en automutilarse facilitó la defensa italiana que se dedicó a acosar a los aleros a cualquier costa.

Sin soluciones individuales y colectivas, el juego español resultó paupérrimo: 26 tantos en los 15 primeros minutos, de los cuales siete eran producto de tiros libres y, en general, mal porcentaje en los lanzamientos. En defensa se buscó alguna solución perentoria probando la zona, pero sin éxito y dio, entonces la sensación de que Díaz Miguel evitaba -quizá fuera casualidad- que en la cancha coincidieran cinco hombres del Barcelona. Y así, sin nadie que pudiera remediarlo, sin que ninguna figura de ambos equipos hiciera honor a su fama, el partido terminó protagonizado por Romay y Rusconi.Rusconi, el sucesor

Romay llegó a eliminar en un solo minuto a los dos pivots titulares italianos, Binelli y Magnifico, pero ese hecho aparentemente transcendente permitió que el panorama se aclarara en favor de Rusconi. Romay llegó a su quinta personal en el minuto 32 y dejó desprovisto de solidez a su equipo. Por su parte, Italia estuvo largo tiempo jugando con un solo pivot, mermada por 16 personales más que España, pero ese solitario hombre era Rusconi. Y Rusconi resultó un encomiable trabajador del rebote, un pivot agresivo, que terminó siendo el héroe del partido y, quizá, permitiendo a los italianos creer que han llegado a resolver una importante cuestión, la sucesión de Meneghin. Rusconi, por lo visto ayer, puede ser un digno candidato.

En el grupo, en el que se clasifican los dos primeros equipos para la fase final, se han jugado tres partidos por selección, justamente la mitad. Italia manda con nueve puntos, por siete de España, cinco de Suiza y tres de Hungría.

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