Cajal gana, Bartholomew pierde
F. J. La conclusión de¡ acuerdo entre España y Estados Unidos es la consecuencia de 18 meses de negociaciones, encabezadas -excepto en su tramo final, en el que el ministro Fernández Ordóñez tomó personalmente las riendas- por el secretario general de Política Exterior, Máximo Cajal, por parte española, y por el embajador norteamericano en Madrid, Reginald Bartholomew. El momento de máxima tensión en las negociaciones tuvo lugar cuando, a finales de 1986, Fernández Ordóñez comunicó a su colega George Shultz la "inevitable" necesidad de retirar los aviones F-16.
Si Cajal, reunido ayer en un eufórico almuerzo con alguno de sus más cercanos colaboradores en el Ministerio, como el director general para América del Norte, Eudardo Mirapeix, puede lógicamente considerar este acuerdo como un "brillante colofán" en su puesto, no ocurre lo mismo con Bartholomew: el embajador norteamericano, que ayer rehusó comparecer ante la prensa, sostuvo hasta el último momento ante sus superiores que España acabaría cediendo y que sería posible mantener parte de los F-16 en nuestro país.
Máximo Cajal cesará la próxima semana, a petición propia, en su cargo de secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores -será probablemente sustituido por el subsecretario, Fernando Perpifiá-Robert- para pasar a ser simplemente asesor del ministro Fernández Ordófiez y, a este título, continuar como negociador del nuevo Convenio con Estados Unidos. Bartholomew, por su parte, no ha podido revalidar en España el triunfo logrado en 1982 en Grecia, donde, como embajador especial, logró congelar el deseo de Papandreu de acabar con la presencia militar estadounidense en el país balcánico (4.000 hombres repartidos en cuatro bases). Fue precisamente este triunfo el que consolidó a este brillante diplomático, de 51 años, como sucesor de Thomas Enders al frente de la representación estadounidense en Madrid, ante lo que ya se preveía corno duro período negociador con los "jóvenes nacionalistas" del Gobierno de Felipe González. Bartholomew intentó hasta el final hacer triunfar sus tesis, incluso pasando por encima de sus interlocutores naturales, Cajal y Fernández Ordóñez -en los últimos días La Zarzuela canceló una audiencia solicitada por el embajador norteamericano al Rey-; pero, al final, acabó aceptando el "acuerdo menos malo", ante la perspectiva de agriar el clima entre los dos países si el tira y afloja se perpetuaba.
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