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Kenia cierra su frontera con Uganda y acusa a Libia de los choques fronterizos

Miles de kenianos se manifestaron ayer por las calles de Nairobi contra los gobiernos de Libia y Uganda, después de que el presidente de Kenia, Daniel Arap Moi, advirtiera al vecino país de que no piensa permanecer pasivo ante sus continuas provocaciones. Por su parte, los ugandeses, restringidos a su condición de interioridad continental tras el cierre de la frontera con Kenia, reclamaban insistentemente sus derechos de acceso a los puertos del océano Indico.La protesta fue convocada por el partido gubernamental keniano, después de seis días de choques fronterizos. Nairobi acusa a Libia de tratar, a través de Uganda, de desestabilizar el país. El viernes, Arap Moi cerró la Embajada de Trípoli en Kenia y expulsó a dos diplomáticos ugandeses.

Los manifestantes portaban pancartas contra el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, y contra el líder libio Muanimar el Gaddafi, a los que calificaban de "lunáticos" y "mensajeros de Satán". En el parque central de la capital keniana, funcionarios gubernamentales acusaron a Museveni de acantonar tropas libias en su país y de haber comprado gran cantidad de armamento a Corea del Norte.

"El Gobierno de Kenia no tiene derecho bajo ningún concepto legal o moral para cerrar la frontera y estrangular, por tanto, a este país interior", destaca un comunicado hecho público ayer por el Gobierno de Uganda.

A su vez, Libia lamentó el cierre de su sede diplomática en Nairobi. "Las relaciones de raíces profundas son las de los pueblos; las resoluciones gubernamentales cortándolas no alteran su naturaleza", dijo el ministro de Exteriores libio, a través de la agencia nacional, JANA.

El cierre de la frontera obligó a Uganda a imponer restricciones en el suministro de fuel, y se teme que puedan verse interrumpidas las exportaciones de café, vitales para su economía. En un discurso transmitido por Radio Uganda, el presidente Museveni acusó a los líderes de Kenia de provocar a su país con demandas ilegítimas. "Si fueran legítimas habrían aceptado las repetidas llamadas de Uganda para discutir el problema", declaró.

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